Luis Fernando Vílchez: “La inteligencia moral está ausente de la práctica educativa”

Luis Fernando VílchezLuis Fernando Vílchez es psicólogo, profesor universitario, investigador y autor del libro La educación (com)partida (PPC), dedica actualmente la mayor parte de su tiempo a dirigir tesis doctorales y a la investigación científica. Desde la reflexión del modelo de las inteligencias múltiples, afirma que existe una inteligencia moral.

NICOLÁS MIRABET – “El otro día tomé un taxi. Entré en conversación con el taxista. Le pregunté cómo veía el país y me sorprendió su respuesta: ‘Lo que realmente falta en esta sociedad son valores. Los problemas que tenemos son por la amoralidad que existe’. Cuando me bajé del auto le dije: ‘Ha sido un gusto conocerlo y conversar con usted, porque venir a un país a diez mil kilómetros merece conseguir cosas importantes’.” Esta experiencia la vivió en primera persona el pedagogo español Luis Fernando Vilchez que ha estado en Buenos Aires dando conferencias sobre la educación, la ética y los videojuegos en las universidades de La Plata, de Tres de Febrero y de Buenos Aires. Psicólogo, profesor universitario, investigador y autor del libro La educación (com)partida (PPC), dedica actualmente la mayor parte de su tiempo a dirigir tesis doctorales y a la investigación científica.

Usted participó de un congreso en Mar del Plata sobre videojuegos y ética. ¿Qué desafíos nos propone esta situación?
Para la educación es fundamental el pensamiento creativo y la génesis de un videojuego es una suma de creatividades: a uno se le ocurre una historia, a otro los personajes, a otro la música y los sonidos. Luego aparece la dimensión ética, porque en un videojuego se juegan valores fundamentales. Una madre me contaba que su hijo le dijo que el videojuego al que jugaba no era malo porque él debía matar a los malos, no a los buenos. Pero el objetivo es matar para ganar. Allí hay una convención de antivalores impresionante. Por ello ahora estoy trabajando en un libro sobre la inteligencia moral.

¿Acaso se puede calificar a la inteligencia como moral?
Por supuesto. Desde la reflexión del modelo de las inteligencias múltiples, afirmo que existe una inteligencia moral. Primero hay que comprender a la inteligencia como la capacidad para la resolución de problemas. En este libro quiero ofrecer miradas desde la inteligencia moral, ya que hay muy poco investigado y son temas que están ausentes de la práctica educativa. También incluiré un capítulo sobre la fundamentación ética de los actos humanos.

¿Cree que los educandos demandan pautas morales?
En realidad no se trata de una demanda de los chicos, sino de aquellas cosas que terminan valorando de los maestros que han tenido. En mi experiencia, hay una demanda implícita. Cuando a los jóvenes se les habla de moral ellos participan. En la universidad he dado una materia optativa sobre el desarrollo moral, y el aula estaba llena. Proponía trasladarnos del mundo de la pura opinión al mundo del razonamiento. Siguiendo las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, Cristo es una imagen virtual. Ellos catequizaban para despertar al Jesús que cada persona tenía dentro. Hoy, los educadores, tenemos que hacer de “despertadores” de aquello que está dentro de cada ser humano.

¿Fue sencillo abordar esta reflexión filosófica para entregar a sus alumnos?
La moral se manifiesta de una manera espontánea. En el fondo de mucha acciones cotidianas hay cuestiones que nos hacen pensar. Cuando me encuentro con un mendigo en la calle… O cuando vemos, en el extremo opuesto, a los futbolistas que jugaron el mundial y cobraron sumas exorbitantes. Sobre cada uno de estos temas hay mucho para reflexionar desde la dimensión ética.

 

EDUCADOR, NO INSTRUCTOR

¿Qué necesita hoy la educación para adaptarse a las nuevas exigencias sociales?
Considero que debe haber una recuperación del profesor y del maestro como educador; hoy no podemos quedarnos solamente con el profesor como un mero instructor. Esto es fundamental y requiere de varios elementos y decisiones, muchas de los cuales están fuera de nuestro alcance. Aunque hay algo que podemos empezar a hacer: trabajar para influir en el reconocimiento social del profesor. Todos admiramos los países que tienen buenos resultados en el Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), como Finlandia o Japón. Pero en esos lugares, la consideración social del maestro y del profesor es muy grande.
Mi padre ha sido maestro en el pueblo donde nací y me crié. Él era una autoridad moral a tal punto de que dos vecinos hacían un trato, y mi padre era el testigo, porque su palabra tenía valor.

¿Y desde el punto de vista moral?
Desde la moral creo que hace falta una reactivación ética en la sociedad. Estamos en una especie de abstención moral, para no decir exclusión ética. Es inadmisible una educación que no tenga presente la dimensión moral del ser humano. Siendo así no podríamos hablar de una educación integral. Si la escuela es la formadora de la sociedad, hoy tiene que implicarse en una educación moral. ¿De qué vale tener un oficio o una profesión, cualquiera sea, si no somos buenas personas?

¿Cómo podría la escuela alcanzar estos objetivos?
Todas las materias deberían estar impregnadas por una visión moral. Muchas veces, las mejores lecciones morales que hemos recibido no han sido de la clase de religión, sino de un profesor de cualquier materia que, desde su propia vida, ha sido un referente moral.

Entonces, ¿para qué sirve la escuela hoy?
Yo creo que nuestro mundo está lleno de medios y falto de fines. La educación tiene que ver con los fines y, sin embargo, está llena de objetos y falto de objetivos. Además, al menos en los debates en España, no se discute sobre el objetivo de la escuela. En el fondo, los debates son un juego floral entre los partidos políticos, que no tienen en cuenta a la sociedad en su conjunto.
Para hablar de los jóvenes hay que conocerlos, y para conocerlos hay que estar cerca de ellos, hablar con ellos, escuchar sus palabras. Solo así se los puede conocer.

 

SU LIBRO: LA EDUCACION (COM)PARTIDA (PPC)

En su último libro, Luis Fernando Vilchez sostiene que “la educación está partida”. Esta afirmación la fundamenta de la siguiente manera:

  • “El partidismo político: cada ministro de educación quiere dejar su huella en el sistema educativo, por eso muchos eliminan todo lo que hizo su predecesor”.
  • “No se encuentra un equilibrio entre los enfoques humanistas y de las ciencias duras. Un ingeniero debe saber qué aportes hizo Kant al pensamiento moderno; un humanista debe saber lo que es un neutrino. La cosmovisión de las realidades debe enriquecerse cada vez más”.
  • “Existe una disección entre teoría y práctica. Los chicos de hoy, que son enormemente pragmáticos, te preguntan: ‘¿y para qué sirve esto?’ A veces se parte de un practicismo, que no quiere decir aplicación; otras veces de una enseñanza teórica que no incide en la sociedad”.
  • “La familia y la escuela caminan sobre líneas paralelas. Son pocos los padres y madres que se acercan al colegio para hacer un seguimiento del aprendizaje de su hijo. Por lo general sueltan a los chicos y protestan si hay algo que no les agrada, como si la escuela fuera cualquier prestadora de servicios del mercado”.
  • “En la currícula no están todas las disciplinas importantes para la formación integral. Por ejemplo, el arte, la música y la educación física han quedado totalmente devaluados”. Frente a esta realidad, Vilchez propone una educación compartida, “en donde la educación sea una acción de todas las personas que conforman la sociedad”.
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