La Iglesia colombiana media en apoyo del paro agrario

Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja, Colombia, en el conflicto con los agricultores

Pide al Gobierno que ofrezca una solución definitiva ante las protestas campesinas

Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja, Colombia, en el conflicto con los agricultores

El obispo Quiroga (dcha.) participa en las negociaciones con el Gobierno por el conflicto agrario

M. Á. MALAVIA | Desde el 19 de agosto, miles de campesinos se mantienen apostados en ciudades de toda Colombia a modo de protesta frente a un sistema vigente que consideran contrario a los intereses de los pequeños y medianos cultivadores. Tras casi dos semanas de paro nacional, en los que la medida más seguida por los manifestantes ha sido la de bloquear el acceso a las grandes urbes levantando barricadas con todo tipo de materiales, la situación se ha desbordado en algunos puntos, registrándose, por ejemplo, cargas policiales en Bocayá e implantándose el toque de queda en Florencia.

Pese a que el Gobierno ha llegado a ciertos acuerdos sectoriales, los principales sindicatos y colectivos agrarios exigen la firma de un gran pacto nacional. Así que, de momento, el conflicto continúa.

En este difícil contexto, la Iglesia, en primer lugar, interpela a todos los agentes involucrados para que, de un modo urgente, afronten un diálogo sincero y profundo. A la vez que, por otro lado, se deja claro que, aunque el vandalismo y la violencia no sean el método a seguir, las reclamaciones campesinas están más que justificadas. Así, el cardenal Rubén Salazar Gómez, presidente del Episcopado colombiano, ha llamado al Gobierno de Juan Manuel Santos a que atienda las demandas de los agricultores, pues son “justas”.

Más allá ha ido el arzobispo de Tunja, Luis Augusto Castro Quiroga. En declaraciones a Radio Todelar, tras condenar la represión policial que sufrió un grupo de campesinos en Bocayá –“nos dolió profundamente, en el alma, porque Bocayá ha sido un departamento de paz, de gente sencilla, buena, trabajadora, llena de fe, un departamento donde las relaciones humanas son muy espontáneas, muy sencillas, donde todos se conocen”–, ahondó en las causas del conflicto y calificó de “desastre” las políticas seguidas en el precio de los combustibles o el contrabando de productos.

También cuestionó los Tratados de Libre Comercio con los Estados Unidos: “Son muy discutibles, porque son una pelea de Goliat y David”. De este modo, concluyó, hay que actuar pronto y evitar no repetir anteriores errores: “La guerra colombiana surgió en el campo y tendrá que encontrar soluciones relacionadas con el campo”.

En el nº 2.861 de Vida Nueva.

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