El fallo del Constitucional

Fernando Sebastián, arzobispo emérito+ FERNANDO SEBASTIÁN | Arzobispo emérito

“Las leyes, para ser justas, tienen que respetar las exigencias propias del ser humano, lo que antes se llamaba la moral natural…”.

El TC ha reconocido como constitucional la ley del matrimonio homosexual. Así vemos cómo, poco a poco, a pesar de la mayoría del PP, la obra del zapaterismo se consolida y se estabiliza.

En este asunto, lo que está en juego no es una cuestión de palabras, sino la equiparación del matrimonio con cualquier otra forma de convivencia sexual. Y más profundamente, la equivalencia de las diversas manifestaciones de la sexualidad.

Homosexualidad y heterosexualidad son dos opciones igualmente legítimas, igualmente correctas. La antropología muestra que no es así. No hace falta recurrir a razones religiosas. El hombre es unitario, por eso no se puede aceptar como normal que una misma persona tenga la estructura biológica de un sexo y los sentimientos del otro. Lo cual no quiere decir que esta persona no sea absolutamente respetable, pero padece una anomalía. Necesita comprensión y ayuda.

Es razonable que la ley proteja el derecho de los homosexuales a vivir juntos. Lo que no resulta aceptable es que equipare esta unión con el matrimonio y les conceda los mismos derechos. Porque son realidades distintas. No toda forma de convivencia es matrimonio ni cumple con la función propia del matrimonio, que es perpetuar la especie, criar hijos y educarlos correctamente.

La pareja homosexual, por definición, nunca podrá engendrar hijos, porque sus miembros no pueden ejercer plenamente la sexualidad entre sí. Semejante equiparación ignora la naturaleza, los fines y la función social del matrimonio. Esa ley destruye la célula básica de la sociedad humana.

Las leyes, para ser justas, tienen que respetar las exigencias propias del ser humano, lo que antes se llamaba la moral natural. Cuando esto se niega, la sociedad va a la deriva, a merced de quienes mandan de verdad, aunque sea en contra del bien social. El PP está eludiendo cuestiones fundamentales.

En el nº 2.817 de Vida Nueva.

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