Encuentro Matrimonial, experiencia terapéutica para prevenir las crisis

“Es como llevar el carro al taller, si no se le hace mantenimiento, se daña”

Recientemente en un magazín televisivo de la mañana y de gran audiencia a nivel nacional, dos reconocidas actrices hablaban con locuacidad de sus relaciones matrimoniales y de los felices resultados que habían logrado luego de acuerdos mutuos con sus respectivas parejas. La primera decía que vivía felizmente divorciada de su exmarido en la misma casa. La segunda comentaba igual de entusiasta que estaba recién casada y que vivía felizmente separada de su esposo, es decir, cada uno en su apartamento de manera que se veían cuando sentían deseo de hacerlo y no se saturaban el uno del otro. A juicio de ambas mujeres habían logrado el equilibrio deseado.

Estos son apenas dos ejemplos de circunstancias que se escuchan cada tanto y una justificación más para que un movimiento apostólico denominado Encuentro Matrimonial (EM), iniciado hace 37 años en España, propenda e instruya sobre lo que es e implica realmente un matrimonio bien constituido y como el comienzo formal de una familia compuesta por un hombre y una mujer.

El movimiento apostólico EM, trabaja en el suministro de herramientas necesarias para manejar y prevenir las eventuales crisis que trae la convivencia. Después de extenderse por buena parte del mundo católico, esta experiencia articulada en la actualidad por sacerdotes, religiosas y matrimonios, se ha extendido igualmente como propuesta a todas las ciudades del país. No se trata de un sistema de terapias para la pareja, pero sí puede ayudar para que no se busquen.

Oficialmente, en la red se expresa textualmente su misión: “Ayudar a la renovación de los sacramentos del matrimonio y del orden sacerdotal, para que vivan plenamente una relación responsable e íntima, ofreciéndoles para este estilo de vida, una experiencia católica y una comunidad de apoyo permanente”.

La iniciativa la empezó a promover el sacerdote Gilberto Gómez quien habiendo conocido aquel modelo de sana intervención en la vida de las parejas para garantizar sus posibilidades de éxito, empezó a tejer la red. Contactó parejas con cualidades de líderes y con esas mismas parejas empezaron a llamar a otras parejas para hablar e intercambiar impresiones en el ámbito de la comunicación entre los miembros de la pareja.

Un aprendizaje en comunicación

En la actualidad, durante un fin de semana de cada mes y luego de una previa inscripción vía Internet o telefónicamente, se realiza una experiencia con 25 parejas, las cuales son instruidas por un equipo humano de profesionales entre hombres y mujeres, quienes han tenido ya todo un trayecto legítimo de experiencia y conocimiento suficientes como para transmitirlo, como un modelo de éxito para lograr una armoniosa y sana convivencia.  A nivel nacional, son al menos 100 equipos compuestos cada uno por tres parejas y un sacerdote, quienes con cierta disponibilidad, fungen como instructores de turno. Bogotá es la delegación más numerosa, son 30 equipos.

Este movimiento apostólico trabaja de manera coordinada y con el conocimiento pleno del obispo de cada diócesis en el país. Todas las parejas compuestas por un hombre y una mujer pueden participar. “Se trabaja al estilo de medicina preventiva, es para enseñar a las parejas a vivir bien su matrimonio, este es como un regalo de la Iglesia católica para parejas sacramentadas, pero está abierto a cualquier tipo de unión, por supuesto que no tengan vínculos previos con otra persona”, explica María Cristina de Hidalgo, quien ha estado vinculada a este apostolado desde hace treinta años.

Cada año en promedio estarían acudiendo cerca de dos mil parejas en todo el país.  La experiencia de cada pareja no se queda en un fin de semana, un alto porcentaje continúa o desea mantener un vínculo con el movimiento y logran un tipo de seguimiento y acompañamiento permanente solicitado por la propia pareja. “Es como llevar el carro al taller, si no se le hace mantenimiento, se daña”, agrega Julio Hidalgo, otro de los promotores y miembro de uno de los equipos que trabajan en este apostolado.

En las ciudades en donde está el Movimiento Apostólico Encuentro Matrimonial, la dinámica se concreta en casas de retiro de comunidades religiosas, como es el caso de Bogotá y la Casa de Retiros Cristo Rey, en donde se ha venido haciendo en los últimos tiempos el Encuentro Matrimonial Fin de Semana. Para las parejas esta experiencia tiene costo  de $260.000.“Una de nuestras limitantes ha sido precisamente el factor económico; quisiéramos que más personas  pudieran participar, pero el tema costos nos limita un poco. El dinero que se recauda a través de inscripciones es para sufragar el alquiler del espacio, el hospedaje de las parejas y su alimentación así como algunas herramientas de trabajo”, amplia Hidalgo. Sin embargo, “el nivel de satisfacción es tal que muchas parejas, en retribución a lo que consideran muy valioso haber recibido, hacen donaciones y entre estas, está la de patrocinar a otra pareja u otorgarle media beca”, agrega María Cristina.

No hay un nivel sociocultural requerido pero si se espera que como mínimo la pareja sepa leer y escribir. “Hay una reunión previa en donde se les informa de qué trata el Encuentro Matrimonial Fin de Semana para luego sí, formalizar la inscripción”. “Hemos tenido experiencias muy lindas en las que las propias parroquias organizan bazares u otras actividades para pagarle el EM a dos o tres parejas que vienen remitidas directamente por esa parroquia”, destacó Julio Hidalgo. De hecho cada fin de semana hay varias parejas apadrinadas de alguna forma.

Los virus modernos que atacan  a la pareja

El facilismo, el egoísmo, la fragilidad del compromiso, son tres de los males más comunes que atacan las relaciones de parejas establecidas hoy por hoy. “El egoísmo es lo más relevante. En esto se advierte que entre sus miembros no viven en función de los dos sino cada uno en función de sí mismo; son muy celosos de su individualidad, de su independencia… y vivir en pareja significa que cada uno le da prioridad al otro y a la relación; es una enfermedad del mundo moderno que afecta todo, a la pareja y a la sociedad”, destaca María Cristina. “A la primera dificultad salen corriendo, tiran la toalla, lo hacen muy fácil… hay un miedo al compromiso… vámonos a vivir a ver qué pasa”, agrega Julio.

Las anécdotas abundan dentro del EM: “han llegado parejas separadas y nos hemos dado cuenta cuando cada uno ha suministrado una dirección distinta de su casa y después del encuentro, la dirección ha vuelto a ser una sola”.

La amenaza a la figura del matrimonio como institución es grande. Los antivalores como el materialismo, el consumismo, el hedonismo por encima del valor de la vida y su relación están contaminando lo fundamental. “Advertimos modelos nocivos, hay una realidad desechable que se fomenta y es que muchos consideran esto como una expresión caduca y pregonan un individualismo exacerbado”.

“Tú  te preparas para ser un buen profesional, para realizar un trabajo, para asumir una empresa, pero nunca la gente se prepara o estudia para ser un buen esposo o esposa, para ser un buen papá o una buena mamá y para eso sí que deberíamos estudiar o prepararnos mucho”, destaca María Cristina.

Para participar  en el EM no es necesario ser católico, incluso ateos han sido aceptados en el taller. No obstante, esa flexibilidad no llega hasta aceptar la participación de  parejas del mismo sexo. Deben ser heterosexuales, el movimiento nunca ha considerado algo distinto a la pareja hombre-mujer. “En Colombia el matrimonio legalmente aceptado, aun de hecho, es el que conforman un hombre y una mujer, de manera que el EM así lo entiende”, concluyó Julio Hidalgo.

TEXTO: J. De Francisco

FOTOS: ARCHIVO SM

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