Brasil suprimió la esclavitud, pero no integra a los afros

Una nota episcopal en el aniversario de la Abolición denuncia que aún queda mucho camino por recorrer

afrobrasileno-en-plantacion(Graziela Cruz– Brasil) El 13 de mayo, Brasil celebró los 121 años del fin de la esclavitud. Con este motivo, la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) hizo pública una nota en la que afirma que, aunque se trate de un aniversario importante, es todavía “una obra incompleta, por las precarias condiciones de vida de la población negra en Brasil”.

Los obispos recuerdan que las riquezas del país fueron generadas, principalmente, por las manos de negros y negras esclavos. “La memoria de este hecho -escriben- motiva a la sociedad a estar atenta a la deuda que todavía tiene con los descendientes de los pueblos africanos”. El texto episcopal lamenta que “la abolición de la esclavitud no fue seguida por medidas de inserción de afro-brasileños en la sociedad como portadores de derecho. No significó la mejoría de las condiciones de vida de los descendientes de este pueblo”.

Entre los siglos XVI y XIX, no menos de 15 millones de personas fueron sacadas de África como esclavos hacia América. En Brasil, hasta cinco millones de africanos fueron sometidos a esta inhumana  situación, mantenida durante casi cuatro siglos, trabajando, sobre todo, en las plantaciones de caña de azúcar, café o algodón y en la explotación de piedras preciosas. Brasil fue el penúltimo país en abolir el tráfico de esclavos (1850) y el último en poner fin a la esclavitud (1888).

El censo de 1890, dos años después de la ‘Ley Áurea’ que puso fin a la esclavitud, revelaba que el 56% de la población era negra. En 1940, el total de negros había bajado al 35,8%. La sustitución de mano de obra negra por el trabajo asalariado blanco, principalmente de inmigrantes alemanes y italianos, fue impuesta como necesidad para la modernización y purificación de la sangre brasileña, entonces amenazada por la presencia negra y por la tendencia al mestizaje.

Oportunidades limitadas

El período que sucedió a la abolición estuvo marcado por el desarrollo económico y la urbanización, especialmente en el sureste del país. Sin embargo, las oportunidades generadas por este proceso quedaron limitadas a la población no negra. El trabajador negro era visto como inferior, con menos capacidad intelectual y disposición para el trabajo.

Varios estudios recogen que, en los años de 1950, 60 y 70, Brasil fue denunciado por su violencia de dimensiones sociológicas, políticas y sociales contra el pueblo negro, que permaneció incluso después de la abolición.

En todo el siglo XX, la población negra buscó formas de organizarse y, al final de la década de 1980, el debate étnico-social tuvo su punto álgido, con la conmemoración del centenario de la abolición de la esclavitud (1988) y la promulgación de una nueva Constitución. Esta Carta Magna estableció el derecho a las tierras por parte de las comunidades tradicionales indígenas y de quilombos, y calificó el racismo de “crimen inafianzable”.

Un estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA, por sus siglas en brasileño), divulgado en mayo de 2008, revela que la población negra es actualmente mayor que la blanca. Sin embargo, pese a ser fundamental como mano de obra del país, los avances sociales son pocos. Así, según el IPEA, en caso de que permanezcan las políticas públicas hoy en vigor, la renta media de la población negra sólo se equiparará a la de los blancos en 2040.

Los negros ganan hoy de media el 53% de la renta de los blancos, y su tasa de desempleo se sitúa en el 9,3% (frente al 7,5% de los blancos). Son raros los casos en que ocupan direcciones y otros cargos importantes, y su presencia en puestos ejecutivos en las mayores compañías brasileñas es sólo del 3,5%. La situación de las mujeres negras, víctimas de un doble prejuicio, es aún peor: ocupan menos del 0,5% de cargos ejecutivos. Finalmente, del 10% de los más pobres del país, un 71% son negros. “Hay un blanqueamiento de la población conforme se sube en la pirámide social”, explica desde el IPE Luana Pinheiro

Aunque se perciben algunos avances, a través de las políticas de acción afirmativa para negros (como las cuotas en universidades), todavía hay mucho camino por delante. “Es preciso profundizar en las políticas afirmativas de inclusión social de la población afro-brasileña -afirma la nota de la CNBB-, especialmente los niños y los jóvenes. Esto contempla una educación básica de calidad, el acceso a la enseñanza superior gratuita y la asistencia cualificada en cuestiones de salud”.

gaparecida@vidanueva.es 

En el nº 2.661 de Vida Nueva.

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