La misión ‘ad gentes’, modelo y referencia de la acción pastoral

Madrid acoge las jornadas nacionales de delegados diocesanos de Misiones y la Asamblea de las OMP

(Marina de Miguel) La acción misionera ad gentes tiene que convertirse en modelo y referencia de la acción pastoral”. Así explica Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología del Norte de España (Burgos), el papel que el quehacer misionero está llamado a desempeñar en la Iglesia del siglo XXI.

Como expuso en la ponencia Actualidad de la misión ad gentes en España, con la que participó en las Jornadas Nacionales de delegados diocesanos de Misiones y la Asamblea Nacional de directores diocesanos de las Obras Misionales Pontificias (OMP), celebradas en Madrid entre el 20 y 22 de mayo, esta labor ha experimentado un cambio radical de paradigma. “Lo que eran antiguamente las misiones, hoy se entienden desde el punto de vista de la dinámica de la misión de la Iglesia. Esto lleva a las comunidades eclesiales a replantear sus obligaciones para asumir esta misión, que tiene que tener alcance universal”, explica a Vida Nueva.

Entre los problemas fundamentales que esta labor tiene que afrontar en la época actual, el catedrático señala la dificultad de “conjugar el optimismo salvífico que reina en la Iglesia con la necesidad de anunciar a Jesucristo como salvador de todos los hombres” y el nuevo cambio de las situaciones soteriológicas: “Ya no se trata simplemente de una idea de salvación referida al mundo después de la muerte, sino también de salvación en este mundo, lo que significa, desde la misión ad gentes, que las fronteras a superar son, además de geográficas, temporales, sociales, económicas, etc.”.

Como desafío para las comunidades eclesiales, Bueno de la Fuente plantea que la acción misionera no puede ser un elemento añadido a la pastoral, porque en ella recae la posibilidad de “devolver aliento, juventud e ilusión a la Iglesia”. “Todo aquello que sirve para ayudar a la gente a salir de su parroquia, de su comunidad y tener una visión de universalidad es muy positivo”, corrobora Anastasio Gil, subdirector nacional de las OMP, para quien las jornadas han tenido un gran éxito, al asistir el 90% de los representantes diocesanos de misiones y los obispos que forman la Comisión episcopal: el presidente, Ramón del Hoyo López, obispo de Jaén; Francisco Pérez González, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela; Miguel Asurmendi Aramendia, obispo de Vitoria; Camilo Lorenzo Iglesias, obispo de Astorga; y Amadeo Rodríguez Magro, obispo de Plasencia.

Escollos a superar

Además de propiciar un marco de reflexión teológica, este encuentro sirvió para tomar el pulso a la situación actual. “Aunque la labor de los misioneros es muy querida y valorada por todos, tanto cristianos como no –reconoce Anastasio Gil–, hay gente que entiende que sólo con dar una aportación económica es suficiente o piensan que no hacen falta, porque todo el mundo se va a salvar”.

Para superar estos escollos, la animación misionera ha experimentado cambios significativos. “Tiene que mostrar que la comunidad cristiana se encuentra en estado de misión. Los misioneros deben ser vistos como enviados y valorados como personas en comunión, a través de las cuales recibimos la riqueza de otras iglesias. Nos ayudan a aprender cómo tenemos que realizar el Primer Anuncio”, señala Bueno de la Fuente.

Las jornadas también sirvieron para adelantar el tema de la próxima campaña del Domund, que girará en torno al año de san Pablo que Benedicto XVI proclamó en la basílica romana de San Pablo Extramuros y que comenzará el 28 de junio. Bajo el título San Pablo, misionero por vocación, el director general de la BAC, Jorge Juan Fernández Sangrador, mostró cómo el apóstol es ejemplo para las generaciones posteriores.

“Leer su predicación es una forma privilegiada de conocer mejor el Evangelio de Jesucristo. Es un modelo de entrega en medio de muchas dificultades que, en vez de amedrentarle, asumió gozosamente. Ha transmitido a las generaciones posteriores que en la labor de evangelización, la debilidad no es una dificultad, pues en ella se manifiestan la fuerza de Dios y la del Evangelio”, explica.

 

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