Cuba acoge serena y expectante la renuncia de Fidel Castro

La noticia se difundió el día 19 a través de un mensaje del Comandante en ‘Granma’, diario oficial del partido

(Araceli Cantero Guibert-La Habana) Los cubanos más madrugadores y quienes escuchan Radio Reloj quedaron sorprendidos por la noticia que recorrió las ondas a las 6 de la mañana del pasado día 19: el presidente Fidel Castro había renunciado a sus cargos de Estado. Media hora más tarde, el anuncio era confirmado por la televisión cubana y, a partir de las 8 –hora en que se empieza a vender en los quioscos el diario oficial Granma–, los habitantes de la isla pudieron leer en sus páginas el texto completo firmado por el comandante.

Aunque la noticia ha pillado por sorpresa a la población, de algún modo era también esperada. Porque, si bien muchos pensaban que Fidel Castro moriría en el poder, otros tantos compatriotas aguardaban algún signo de cambio en las próximas elecciones del 24 de febrero. Ese domingo, la Asamblea Nacional (Parlamento) se reúne para elegir a los 31 miembros del Consejo de Estado, máxima expresión del poder ejecutivo en la isla y el órgano encargado de elegir al futuro presidente del país.

El propio Fidel ya había sido elegido parlamentario en los comicios del pasado mes de enero, cuando los cubanos acudieron a las urnas para votar a los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral compuesto por 614 miembros), pero todos se preguntaban qué pasaría el 24 de febrero. Pues bien, con su declaración institucional, el mismo protagonista ha despejado cualquier incógnita: “No aspiraré ni aceptaré –repito–, no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”, se puede leer en el mensaje fechado el 18 de febrero, una reflexión en la que –como prometía días antes– aborda “un tema de interés para muchos compatriotas”.

En el texto difundido por Granma, el líder cubano reconoce que “su deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento”, pero no oculta que traicionaría su conciencia “ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”. Por eso, admite que “ha llegado el momento de postular y elegir al Consejo de Estado, su Presidente, Vicepresidentes y Secretario”. “Mi deber elemental –añade más adelante en otro párrafo de su misiva– no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir”. En este sentido, el anciano mandatario se muestra convencido de que la permanencia del régimen está asegurada, ya que “afortunadamente nuestro proceso cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución”. Todos, a su juicio, “cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo”.

Raúl tomó el testigo

Castro, de 81 años, está convaleciente de una enfermedad que le obligó a delegar provisionalmente sus responsabilidades de Estado en su hermano Raúl en julio de 2006. Era la primera vez en más de cuatro décadas que Fidel se alejaba del poder, pues, desde 1976, había sido ratificado al frente del Gobierno en todas las elecciones celebradas cada cinco años, sin dejar, claro está, su puesto al frente de la revolución socialista cubana desde sus inicios en 1959, hace ahora casi medio siglo.

La noticia de la renuncia de Fidel Castro se hacía pública horas antes de la llegada a Cuba del secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, que viaja a la isla –del 20 al 26 de este mes– para presidir los actos conmemorativos de la histórica visita del papa Juan Pablo II de hace diez años.

Al cierre de esta edición, los obispos cubanos se hallaban reunidos en Asamblea en La Habana, aunque todavía no habían realizado ninguna declaración en torno a la marcha del Comandante, tampoco desde su página web. Sólo la publicación virtual de la Arquidiócesis de La Habana, Palabra Nueva, en su versión digital, hace una breve referencia –que no valoración– a las palabras de Fidel Castro, al tiempo que da a conocer el itinerario detallado de la estancia del cardenal Bertone en el país.

Mientras, los cubanos –también y fundamentalmente la disidencia, en Miami y en otros puntos del mundo– asimilan entre la serenidad y la expectación el anuncio de Castro. Queda abierto desde ahora el tiempo de las incógnitas… y las esperanzas.

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