El obispo que necesita la Iglesia

(Vida Nueva) Ante la proximidad de una nueva Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), en la que se procederá a elegir la mayoría de cargos de responsabilidad en la jerarquía eclesiástica, desde Vida Nueva hemos querido sondear las opiniones más diversas acerca del perfil de obispos que están necesitando la Iglesia y la sociedad españolas. Este interesante trabajo, realizado por José Luis Celada, ocupa esta semana las páginas del Pliego, y recoge las aportaciones de casi medio centenar de nombres, entre los que encontramos sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos, teólogos, sociólogos, profesores, mujeres, jóvenes y periodistas de información religiosa, entre otros. Varios prelados consultados por Vida Nueva –eméritos y en activo- han declinado contestar a nuestro requerimiento.

En un primer diagnóstico del panorama episcopal, firmas como la de Juan de Dios González-Anleo, catedrático de Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca, observan que “la imagen pública de los obispos españoles está muy degradada, y que el pueblo español –injustamente- juzga a la Iglesia por sus obispos, no por otros valores, a veces espléndidos, de la diócesis”. En cuanto al sistema de nombramiento de prelados, el profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, Luis Fernando Vílchez, pide que la designación sea “transparente” y con la “participación efectiva de la comunidad cristiana”.

A pesar de no existir un único perfil deseable para el obispo que necesita la Iglesia, el sociólogo jesuita José María Rodríguez Olaizola cita tres “urgencias”: “La inquietud pastoral por comunicar un evangelio significativo y cercano, cierta audacia y frescura para afrontar problemáticas contemporáneas que inquietan a las personas, especialmente a los jóvenes; y la capacidad de integrar en sus diócesis las diferentes sensibilidades y carismas”. Aparte de estas tres cualidades, existen otras muchas características que señalan los encuestados como necesarias en un buen obispo y que podemos resumir en: que sea evangélico, que sea artífice de la comunión a todos los niveles –con los sacerdotes, de ellos con los demás miembros del pueblo de Dios y de éstos entre sí-, que esté abierto al diálogo, que sea humano, gran creyente, servidor de sus fieles, con experiencia en la tarea pastoral, sensible a la participación de los laicos en la Iglesia, cercano al mundo del trabajo y a la justicia social.

Entre quienes han colaborado en este documento encontramos nombres como el del sacerdote e historiador Juan María Laboa; la teóloga Marta López Alonso; Juan José Rodríguez, presidente general del Foro de Laicos; el profesor de la Universidad Pontificia Comillas, Luis González-Carvajal; el sociólogo Javier Elzo; el moralista Marciano Vidal; y, el ya mencionado, Luis Fernando Vílchez, quien además enumera un decálogo del “obispo deseable”.

Más información en el nº 2.601 de Vida Nueva (Pliego, páginas 21-32) o en vidanueva.es (documento íntegro en PDF).

Compartir