¿Deben colocarse belenes en la escuela pública?

(Vida Nueva) La polémica vuelve a avivarse un año más cuando llegan las fiestas navideñas, ¿es adecuado instalar belenes en los colegios públicos de un Estado aconfesional, como el español? ¿Es ofensiva para los no creyentes esta manifestación de la fe católica? Las respuestas a estas preguntas las ofrecen para la revista Vida Nueva, cada uno desde su propio enfoque, Rafael Gallego Sevilla, catedrático de la Universidad de Granada y coordinador de Andalucía Laica y Luis Alberto Rodríguez de Rivera, director general del Colegio Bienaventurada Virgen María-Irlandesas de Alcobendas (Madrid).

Luis Alberto Rodríguez -director de un colegio católico- defiende la tradición del belén en los centros educativos en general y no entiende la polémica suscitada en la enseñanza pública, pues, “para tristeza de los creyentes, el nacimiento navideño ha pasado a ser una expresión puramente cultural y folklórica vacía de contenido de fe”, asegura. También sostiene que la tradición del belén no impide a otros mostrar sus costumbres y que, incluso, puede convivir con ellas. Lo que considera que sí hay que evitar son las expresiones “que ofendan, excluyan o atenten contra los derechos de otros. Y en esta lista no parecen estar los belenes”.

Contra quienes denuncian también la presencia de iconografía religiosa en centros concertados por estar financiados con fondos públicos, Rodríguez habla desde la experiencia: “Los padres saben, cuando optan por matricular a sus hijos en nuestro colegio, que el horizonte de valores que libremente elegimos es el del Evangelio (…) los alumnos no sienten los símbolos y la cultura cristiana que trasluce nuestro centro como una losa de adoctrinamiento, sino más bien como una expresión de una riqueza presente en el colegio que pueden o no hacer suya”. No entra, sin embargo, a valorar el debate acerca de la presencia o no de crucifijos en las aulas, una decisión que Luis Alberto Rodríguez opina que deben tomar los Consejos Escolares.

En el plano contrario están quienes, como el catedrático Rafael Gallego, piensan que los “belenes, crucifijos, vírgenes y santos carecen de función alguna en el espacio público”, por lo que se oponen a su presencia en las escuelas. Rodríguez alega como motivos “promover el respeto a las creencias o convicciones de todos aquellos que son ‘usuarios’ de los servicios públicos, y segundo, exigir para ello la neutralidad que ha de estar presente en toda actividad de las administraciones”. Por otro lado, el coordinador de Andalucía Laica se pregunta por qué ninguna asociación de padres y madres se queja por la no instalación de crucifijos en los colegios de nueva construcción y sí por la retirada de los mismos en los centros donde ya están.

En cuanto a quienes “exigen que la cercanía de las fiestas navideñas se celebre en los colegios públicos como ellos lo hacen en su casa”, Rafael Gallego opina que “confunden estos dos planos”. El Catedrático granadino termina su reflexión concluyendo: “no se trata de limitar la libertad de los católicos u otros ciudadanos para manifestar y comprometerse con su fe, públicamente o en privado, sino, por el contrario, reducir a sus justas dimensiones el papel del Estado en las cuestiones relativas a la religión o las convicciones de los ciudadanos”.

Más información en el nº 2.591 de Vida Nueva (Enfoques, páginas 34 y 35).

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