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portada Donne Chiesa Mondo suplemento septiembre 2017 numero 28 Discernimiento

Mujeres y discernimiento: siguiendo la propia conciencia

Discernimiento. Es un concepto muy usado en la tradición cristiana, desde los tiempos más antiguos. Se refiere a la reflexión interior que cada ser humano es llamado a hacer para comprender cuál es la voluntad de Dios en los momentos importantes de elección de su vida. Significa llegar a elegir junto a Dios.

Como escribe Enzo Bianchi en su texto, “el discernimiento es un don del Espíritu de Dios que nos une a nuestro espíritu, y como tal va deseado e invocado por el cristiano”, un don que debemos elegir y desarrollar usando todas nuestras capacidades humanas. Este proceso requiere una condición de base, la libertad de conciencia, es decir –explica Nathalie Sartou-Lajus– la posibilidad de que suceda “el retorno inquieto de la conciencia sobre sí misma”, una conciencia capaz de juzgar las propias acciones y de llevar la carga del remordimiento por el mal hecho.

Nos hemos preguntado si las mujeres, a lo largo de la historia, han podido ejercitar el discernimiento, es decir si han sido libres de realizar una elección siguiendo la propia conciencia. La historia de Mary Ward que, en la Inglaterra del siglo XVII, quería aplicar la práctica ignaciana del discernimiento en una orden religiosa femenina, hace comprender cuán difícil ha sido. Para las mujeres la vida parecía siempre ya trazada por otros, y las elecciones, en gran parte “obligadas” por las decisiones de hombres a los que estaban sujetas.

Pero si damos al discernimiento un significado más íntimo, si lo consideramos como una modalidad más consciente y atenta de vivir la vida cristiana, entonces las mujeres han entrado plenamente siempre. Si, como escribe Bianchi, el discernimiento es un don del Espíritu a todas las criaturas, y si para acogerlo es suficiente “ejercitarse para ver, escuchar, pensar”, ¿cómo es posible, de hecho, excluir a las mujeres?

Reconocer esta capacidad suya significa abrirse al descubrimiento de la espiritualidad femenina, es decir a un práctica del discernimiento más unida a la escucha de los eventos de la vida, de las pequeñas cosas. Significa hacer sitio a una manera diferente de practicar el discernimiento, pero igualmente rica, de la masculina. Significa salir de la autorreferencialidad que tan a menudo el Papa Francisco reprocha al lenguaje eclesiástico para descubrir otras fuentes de inteligencia espiritual.

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