Francisco: “Las lágrimas de Jesús han desconcertado a muchos teólogos”

Francisco con Médicos con África

La vigilia dedicada a la consolación se convierte en uno de los ejes simbólicos del Año de la Misericordia

Francisco con Médicos con África

Abrazo papal tras la audiencia a Médicos con África

ANTONIO PELAYO (ROMA) | A buen seguro, la vigilia para “enjugar las lágrimas” ha sido una de las propuestas más personales de Bergoglio en el Año de la Misericordia. El Papa, que tantas veces nos ha recomendado que pidamos a Dios el “don de lágrimas”, quiso dedicar unas horas a la consolación, algo de lo que todos tenemos necesidad. La vigilia –el 5 de mayo en la basílica vaticana– se abrió con tres testimonios conmovedores: el de una madre cuyo hijo de 15 años se suicidó, el de un católico pakistaní perseguido por su fe y el de un joven convertido gracias a las lágrimas de su madre y de su gemelo.

“Vemos –dijo el Santo Padre en su homilía– cuánta tristeza hay en muchos de los rostros que encontramos. Cuántas lágrimas se derraman a cada momento en el mundo; cada una distinta de las otras, y juntas forman como un océano de desolación, que implora piedad, compasión, consuelo”. Insistiendo en la idea de que “en nuestro sufrimiento no estamos solos”, Francisco recordó que “las lágrimas de Jesús han desconcertado a muchos teólogos a lo largo de los siglos, pero, sobre todo, han lavado muchas almas, han aliviado muchas heridas”.

Fueron diez las plegarias de los fieles: por los cristianos perseguidos, por las personas torturadas o esclavizadas, por los niños víctimas de abusos y por aquellos a los que se les ha robado la infancia, por las víctimas del terrorismo y de la violencia, por los que padecen la opresión de diversas dependencias… A ellas se unieron las que muchos fieles escribieron para depositarlas ante una imagen de la Virgen de las Lágrimas, que se venera desde 1953 en Siracusa.

Encuentro entre Francisco y Médicos con África

De lágrimas también se habló el sábado 7 en el Aula Pablo VI, durante la audiencia que el Pontífice concedió a la asociación italiana Médicos con África, que, desde hace 65 años, opera en siete países del continente negro. Uno de los médicos que trabaja en un hospital del Sudán del Sur escribía en una carta leída ante Francisco que “la Tierra es solo redonda en los mapamundis, pero en mi hospital se respira olor de tierra, de sangre, de desinfectante, de sonrisas y de lágrimas”.

“La salud –dijo el Papa–, especialmente la salud básica, es negada, ¡negada!, en diversas partes del mundo y, concretamente, en muchas regiones de África. No es un derecho de todos, sino un privilegio de los pocos que pueden permitírselo. El accesos a los servicios sanitarios, a las curas y a las medicinas es un espejismo. Los más pobres no pueden pagar y son excluidos”.

Cambiando de tema, cada 6 de mayo tiene lugar la jura de bandera de los nuevos guardias suizos (se recuerda la muerte de los 159 que dieron su vida durante el saqueo de Roma en 1527). Este año, los reclutas eran 23 y, en la misa que Francisco celebró para ellos, les pidió que su experiencia en la guardia les sirviera para crecer en la fe, experimentar la universalidad de la Iglesia y hacer una experiencia de fraternidad.

En el nº 2.988 de Vida Nueva

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