La diócesis chilena de Osorno se estremece ante la reprimenda del Papa

Se difunde un vídeo en el que Francisco se muestra molesto por el trato al obispo Barros

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El obispo de Osorno, Juan Barros, el día de su toma de posesión

ROBERTO URBINA AVENDAÑO (SANTIAGO) | Plaza San Pedro. Miércoles de mayo, mañana cálida en Roma. El papa Francisco avanza en medio de la multitud. Se detiene ante un grupo y saluda uno a uno a quienes están en la primera fila. Entre ellos, Jaime Coiro, su esposa y sus dos hijos, felices por la oportunidad de ver al Papa. Es el portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile, y así se presenta. Francisco calla, lo mira con rostro adusto y le habla durante más de un minuto sobre la polémica tras el nombramiento de Juan Barros (sospechoso de encubrir abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima dos décadas atrás) como obispo de Osorno (VN, nº 2.937). Una persona cercana lo registra todo.

El viernes 2 de septiembre, el informativo central de un canal de televisión santiaguino difundió el vídeo, generando variadas reacciones. Y es que, en él, el Pontífice se refiere a Osorno diciendo que es “una Iglesia que perdió la libertad dejándose llenar la cabeza por políticos juzgando a un obispo sin ninguna prueba después de 20 años de ser obispo”. Y continúa recomendando que “piensen con la cabeza y no se dejen llevar de las narices por todos los zurdos, que son los que armaron la cosa. Además, la única acusación que hubo contra ese obispo fue de-sa-cre-di-ta-da por la Corte Judicial. Así que, por favor, no pierdan la serenidad. Osorno sufre, sí, por tonta, porque no abre su corazón a lo que Dios dice y se deja llevar por las macanas que dice toda esa gente. Yo soy el primero en juzgar y castigar a alguien que tiene acusaciones de ese tipo. Pero, en este caso, ni una prueba, al contrario. De corazón se los digo”.

En la mañana siguiente a la emisión del vídeo, unas 30 personas se manifestaron en el atrio de la catedral de Osorno. Mario Vargas, dirigente del movimiento que pide la renuncia del obispo, expresó: “Lamentamos las palabras de nuestro pastor, al cual queremos y respetamos, pero no aceptamos que nos haya tratado de tontos y de zurdos. Acá hay una Iglesia viva, hay un laicado vivo que se manifiesta porque él mismo quiere que hagamos lío y quiere que transparentemos una Iglesia donde los abusadores sexuales no tienen cabida”.

Desde Filadelfia, donde reside, Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes de Karadima, se muestra afectado por los duros juicios del Pontífice: “Me da una tristeza grande, no tanto por cómo se refiere a víctimas que están denunciando a un hombre que ha encubierto, facilitado y presenciado abusos. Me duele cómo se refiere a la gente de Osorno, a la que conozco. Es muy brutal viniendo de un Papa”. Sobre el obispo Juan Barros, Cruz afirma que “él veía cuando nos abusaba; ha mentido y ha encubierto. Pero Barros ve esto de forma muy distinta… Lo siente como su martirio y su camino a la Cruz. Es muy difícil dialogar con alguien que no ve la realidad como la ve cualquier ser humano”.

Por su parte, el propio obispo Barros emitió una breve declaración. “Tengo mucha gratitud por el apoyo del Papa y rezo para que todos colaboremos en paz por el bien de Osorno”, señaló. El mismo día en que se difundió el vídeo, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Rancagua, Alejandro Goic, mostró su estupor a la revista Qué Pasa: “Me duele en el alma lo que ocurre. Me duele por los agentes pastorales, por las familias, por Juan, mi hermano obispo; también por los clérigos, a quienes bien conozco, porque fui obispo de Osorno diez años. Me duelen las lecturas sesgadas que a veces se hacen. Pero, sobre todo, me duele la indolencia, esa tentación de acostumbrarse a una tensión y división que a nadie le hace bien. (…) Para mí, esta ha sido la mayor cruz que me ha tocado enfrentar en mi servicio pastoral. Lo digo por el inmenso dolor que me causa la realidad del abuso hacia personas vulnerables, cometido por hermanos míos, en quienes las familias depositaron toda su confianza. Estamos hablando de situaciones aberrantes que no supimos ponderar, detectar, enfrentar. Y cuyas consecuencias nos siguen causando hoy sinsabores, descrédito, desconfianza”.

Testifica el cardenal

En plena polémica, los acontecimientos siguen su curso. Tras la denuncia de encubrimiento de tres personas contra el Arzobispado de Santiago, estos días están declarando varios testigos, entre ellos el cardenal Francisco Javier Errázuriz, durante casi cinco horas. Reconoció que, en su época de arzobispo de Santiago, conoció las denuncias por abusos contra el ex párroco de la iglesia de El Bosque, Fernando Karadima, pero que les restó credibilidad debido al prestigio que entonces tenía el cura: “Tenía hasta fama de santo. Por eso, en esa época, no lo creí. (…) No existe en mi conciencia memoria de haber encubierto abusos psicológicos sexuales ni ministeriales, ni tampoco existió intento de silenciar o acallar las denuncias”.

En el nº 2.960 de Vida Nueva

 

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