La India se convulsiona ante más casos de violaciones

Oración por las víctimas de la violencia en la India

La Iglesia levanta la voz y se moviliza para el “despertar de las conciencias”

Oración por las víctimas de la violencia en la India

Oración por las víctimas de la violencia en la India

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Un nuevo caso de violación ha vuelto a convulsionar la India. Se trata de una niña de tres años que, el pasado 20 de julio en Hastings (Calcuta), se extravió del control de su familia, que vive en la calle al carecer de hogar. Horas después de denunciarlo a la policía, el cuerpo sin vida de la pequeña apareció en un vertedero cercano y con múltiples lesiones, propias de una agresión sexual.

Un brutal caso que se une al registrado apenas una semana antes en Labda, en el estado de Jharkhand, donde cuatro menores de entre 12 y 14 años fueron secuestradas de su colegio y violadas por unos 25 hombres. Aunque entonces no trascendió, los hechos han sido denunciados a la agencia Fides por los responsables de la escuela, de confesionalidad evangélica.

Estos últimos acontecimientos pueden avivar la llama de la indignación social, recuperándose el espíritu de protesta que arreció el pasado diciembre en las principales ciudades de la India, cuando se registraron multitudinarias manifestaciones ante la proliferación de casos de violaciones, como el que le costó la vida a una joven estudiante, agredida por varios hombres en un autobús.

Entre las instituciones que están levantando la voz para exigir el fin de esta lacra social, la de la Iglesia es una de las más significativas, debido a sus numerosos programas de atención a víctimas y de formación para mujeres con el fin de que tengan una mayor autonomía.

En declaraciones a Fides, el arzobispo de Calcuta, Thomas D’Souza, se ha mostrado “triste y conmocionado” ante un “acto tan horrible e inhumano”, reflejo de “la barbarie que hay que combatir”. Algo en lo que ya ha comprometido a toda la comunidad cristiana, convocando a los líderes de las distintas confesiones para protestar en la calle, así como para “provocar la reflexión conjunta y la adopción de una estrategia común”.

Un fin para el que también ha interpelado a las autoridades políticas y a distintas instituciones locales. Y es que, insiste, el objetivo último es que se impulse “una movilización social, civil y religiosa” que cristalice en un auténtico “despertar de las conciencias”.

En un sentido parecido se ha manifestado el director de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en la India, Faustine Lobo. A su juicio, las movilizaciones de este año representan que algo ha cambiado para bien: “Existe una mayor conciencia en la sociedad sobre el problema de la violación, que ya no se oculta. En el pasado, estos casos se desconocían, en especial porque para las víctimas era una vergüenza y por el temor de las familias involucradas. Hoy los casos son denunciados y publicados por los medios de comunicación, y esto es una primera señal positiva”.

Pese a todo, el problema principal continúa siendo el de la impunidad de los criminales, que aprovechan la gran estratificación social del siempre presente sistema de castas: “Las principales víctimas son chicas de grupos tribales, dalits [intocables] y marginados, que son los grupos más débiles y vulnerables, y que tienen muy poca influencia política y social, por lo que a menudo no son capaces de defenderse”.

De ahí que, para Lobo, el único modo de afrontar este problema sea una “aplicación más estricta de las leyes”, superando al fin “las deficiencias del sistema jurídico y político”, que llevan a que muchas veces se oculten los casos desde la Administración.

Constructores de sociedad

Al igual que en la batalla contra las violaciones a mujeres, las comunidades cristianas en la India acometen, pese a su condición de minoría, grandes esfuerzos en materias como la educación o la sanidad, abriendo su acción al conjunto de la sociedad y sin mirar las creencias de los destinatarios de sus programas.

Así lo han destacado los más de 70 representantes de Iglesias que formaron parte de un seminario para laicos, catequistas y agentes de pastoral organizado en Bhubaneswar, la capital de Orissa, uno de los estados indios en los que está penada la conversión al cristianismo.

En su intervención, el arzobispo local, John Barwa, concretó así esta realidad, deseando que sea comprendida por todos: “Los cristianos, aunque son una pequeña minoría, están llamados a ser levadura de justicia y paz en Orissa. Impulsados por su fe, esperanza y caridad, son responsables de la construcción de una nueva sociedad”.

En el nº 2.858 de Vida Nueva

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