Fisichella: “La laicidad no puede significar la exclusión del cristianismo”

VICENTE L. GARCÍA. VITORIA | “La paulatina supremacía del individuo sobre la sociedad, la pérdida de credibilidad de diversas instituciones, sobre todo en la política, incapaces de formular un proyecto a la altura de los desafíos del momento, la creciente indiferencia y apatía hacia todo lo que comporta asumir responsabilidades personales o civiles, y también la progresiva pérdida del sentido religioso” son algunos de los factores que están “empañando” la “sólida convivencia civil de otras épocas”.

Así se expresó el presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, en un escrito que hizo llegar, al no poder asistir, al Foro de Teología que la Universidad de Deusto organizó los pasados 6 y 7 de marzo con motivo de su 125º aniversario, y que centró sus trabajos en los retos del cristianismo en el actual milenio. Su título y tema de estas jornadas fue Cambios socioculturales y fe cristiana.

A lo largo de su discurso, defiende que el término laicidad debe indicar “un modo de reflexionar, analizar y producir ideas y contenidos, no de manera excluyente sino independiente y autónoma de la fe, que se apoyan en una razón recta, libre para buscar la verdad y proponerla cuando se la ha encontrado”.

Frente al concepto mal entendido, Fisichella afirma que la laicidad “no puede ser exclusión del cristianismo, sino escucha de cuanto este puede ofrecer como contribución peculiar. “Aceptarlo o rechazarlo será una opción que el legislador deberá considerar atentamente por el buen gobierno de la cosa pública y por la formación cultural global de las generaciones futuras”, añade.

Por todo ello, el representante vaticano defiende que las religiones juegan un papel muy importante en la sociedad actual, que, en el caso del continente europeo, por tradición y peso social, corresponde al cristianismo.

En el nº 2.795 de Vida Nueva.

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