La salud es un derecho… también en Haití

Manos Unidas combate la enfermedad allí desde hace 30 años

Manos Unidas Haití programa de salud mujer con bebé

Texto y fotos: MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Manos Unidas es una de las realidades eclesiales que encarna el mandato evangélico de ver en el otro a un hermano. Y lo hace allí donde más se necesita su acción. Un claro ejemplo, en esta su 53ª Campaña Contra el Hambre –que, bajo el lema La salud, derecho de todos. ¡Actúa!, tiene su punto culminante el domingo 12, cuando en todas las parroquias se recoja la colecta en beneficio de esta–, se da en Haití.

En el país caribeño, el terremoto que hace dos años asoló su capital, Puerto Príncipe, no fue sino la punta del iceberg de una situación por la que la gran mayoría de la población no tiene acceso a los mínimos servicios en aspectos tan básicos como la educación o la sanidad.

Con el fin de generar oportunidades, Manos Unidas se apoya –desde hace 30 años, mucho antes del seísmo– en comunidades locales que, movilizando activamente a su entorno, buscan una salida efectiva. Es el caso de Alas de Igualdad, una ONG fundada por Julien Nely hace tres décadas en la vecina República Dominicana, y que llegó a Haití en 2008.

Dedicada a la promoción de la salud, suple la ausencia de centros sanitarios en las zonas más abandonadas del país apostando por una atención móvil. “A través de un equipo de voluntarios, detectamos puntos de necesidad a los que acudir”, explica Nely.

Uno de esos sitios es Tamarin, a 10 kilómetros de Puerto Príncipe. En lo que durante la semana es una destartalada escuela, una vez al mes acude un equipo de médicos de Alas de Igualdad. Durante unas ocho horas, atienden gratuitamente a todas las personas que acuden hasta ellos, en su mayoría, mujeres y niños.

Manos Unidas Haití programa de salud Julien Nely ante el dispensario

Julien Nely delante del dispensario

Repartidos por estancias (aunque unidas por agujeros que ocupan media pared), dos enfermeras entregan medicinas y dos médicos pasan consulta. El doctor Dor explica que “el mayor problema es la alta mortalidad infantil”, lo que intentan paliar desde antes de que se produzcan los nacimientos. Normalmente, el suyo es “el único control que estas mujeres tienen durante el embarazo. Si no las viéramos nosotros, no sabrían nada del niño hasta que este naciera…”.

Detectar las necesidades sobre el terreno

El equipo de voluntarios está constituido por unas 25 personas. Como indica Nely, “todas ellas han sido formadas para detectar las necesidades sobre el terreno, que suele ser donde viven. Recorren las casas y hablan con la gente, pudiéndoles aconsejar sobre los síntomas de las enfermedades. Esto nos es muy útil para saber dónde es más necesaria nuestra presencia”.

La influencia de Alas de Igualdad se percibe claramente en Tamarin. Allí, además del centro médico móvil, la aportación económica de Manos Unidas ha servido para construir dos pozos de agua. Algo que, como explica el doctor Jean Mario Vic, “ha sido esencial. Tras el terremoto, la epidemia de cólera mató a miles de personas. Esta avanzaba fácilmente porque antes tenían que coger el agua del suelo, que estaba infectada al campar por allí los animales. Gracias a acciones como esta, el país no se cae a pedazos”.

En el nº 2.788 de Vida Nueva. La salud es un derecho… también en Haití, íntegro para suscriptores

 

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