“El sacerdote de hoy debe tener un plus de madurez humana”

Comillas acoge una jornada en homenaje a Fernández-Martos sobre discernimiento vocacional

FRAN OTERO | El próximo 19 de octubre, la Universidad Pontificia Comillas acogerá una jornada de estudio en homenaje de José María Fernández-Martos, director del Seminario Pontificio Comillas durante los últimos doce años, y que ha sido recientemente sustituido al frente de esa responsabilidad por el también jesuita Germán Arana. Esa cita académica, en la que se abordará El discernimiento vocacional en la formación sacerdotal, que pretende entrar a fondo en el tema de la selección de candidatos, algo que se hace urgente, sobre todo, ante los casos de abusos a menores por sacerdotes, en la línea en la que viene abordando la cuestión Benedicto XVI.

Para analizar esta cuestión y recordar su trayectoria al frente del Seminario Pontificio Comillas, Vida Nueva ha hablado Fernández-Martos, quien estima que al sacerdote de hoy, sobre todo en una sociedad secularizada, “se le exige un plus de madurez humana y una muy honda experiencia personal”. “Creo que ambos factores se procuran, pero la escasez puede ser mala consejera”, añade.

José Mª Fernández Martos

Recurre al primer libro de los Macabeos para decir que Dios lo mismo salva con muchos que con pocos, porque la salvación desciende de lo alto y, por eso, sostiene que “sin un plus mental, hoy, un sacerdote navegará a la deriva por Internet llevado por vientos de desfondamiento”. “Creo que en algunos seminarios no forman bien en el ejercicio de la libertad siendo demasiado coercitivos. Santo Tomás y Suárez llaman al celibato status libertatis. El salto del seminario a la vida de soledad de después es excesivo…”.

Este profesor y formador de dilatada y reconocida experiencia, no puede decir si el discernimiento vocacional ha adquirido mayor importancia después de los lamentables casos de abusos, pero se apunta “a la seriedad con que Benedicto XVI ha tomado la vergüenza de tantos casos”.

En su opinión, no aceptaría como candidato al sacerdocio a una persona con experiencias traumáticas de abusos sexuales y afectivos en la familia o similares, a manos de adultos; ni a aquellos con identidades sexuales poco definidas, “aunque sean buenos y lo quieran”. “El célibe verdadero debe poder decir: ‘Dios es mi parte en la heredad’. Aparte de los escándalos, yo miraría mucho la capacidad de perder lo propio en una entrega a fondo perdido por el Reino. Decía san Antonio de Antioquía que lo que necesita el cristianismo cuando es odiado por el mundo, no son palabras persuasivas, sino grandeza de alma”, añade.

Gozos y fatigas

En la jornada participarán Juan José Rubio Villanueva, psicólogo y ex rector de seminario, que hablará sobre El sustrato para la vocación sacerdotal; Carlos Díaz Azarola, rector del Seminario de Getafe, que ofrecerá las Orientaciones para el discernimiento vocacional en el magisterio actual; y Germán Arana, actual director del Seminario Pontificio de Comillas, cuya ponencia versará sobre los Criterios de discernimiento vocacional para la formación sacerdotal: una propuesta desde la teología espiritual.

También tendrá su espacio el homenajeado, Fernández-Martos, que contará los Gozos y las fatigas de un formador. Lecciones de la experiencia. Según explica a Vida Nueva, “ser formador de un seminario tan internacional es siempre un gran privilegio, porque siempre estás en trance de aprender algo de una cultura que no conocías”. “De las africanas, aprendes el gran sentido de la pertenencia familiar, de la hospitalidad, de las alegres celebraciones. De las latinoamericanas te sorprende el sentido de fiesta, la vitalidad de las devociones populares… De las asiáticas, la frescura de las nuevas cristiandades, la capacidad de vivir la fe en contextos en que los católicos son minoritarios. De las occidentales, los esfuerzos para remar con viento contrario y por dar cuenta de la fe en una sociedad que no se contenta con las respuestas al uso…”, recuerda.

En definitiva, tal y como reconoce, es mucho más lo que ha disfrutado que las pequeñas decepciones que haya podido tener como, por ejemplo, que algún obispo envíe a un seminarista y no se preocupe luego por él. Y, como señala, “dejo el cargo como a quien le roban la novia. Yo estaba encantado viviendo con gente con tantas ganas de crecer y aprender”.

En el nº 2.772 de Vida Nueva.

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