La memoria de Dorothy Stang y la lucha por la tierra en Brasil

Las comunidades amazónicas recuerdan a la religiosa estadounidense en el quinto aniversario de su asesinato

Misa-Dorothy-Stang(Graziela Cruz– Brasil) El 12 de febrero, se cumplieron cinco años del asesinato en Brasil de la misionera estadounidense Dorothy Stang, de la Congregación de las Hermanas de Notre Dame de Namur, que vivía en el país desde 1966. Un crimen bárbaro, de resonancia internacional, y que todavía hoy provoca indignación, porque sus responsables últimos no han sido condenados. Dorothy, de 73 años, fue asesinada por dos hombres presuntamente contratados por terratenientes que mantenían una disputa con la religiosa sobre un área de la selva amazónica.

Rayfran Sales, acusado de disparar seis veces sobre ella, fue condenado a 27 años de prisión, mientras que Amair Feijoli da Cunha y Clodoaldo Carlos Batista, cómplices y testigos de la muerte, cumplen 18 y 17 años de reclusión, respectivamente. Los instigadores del crimen, el terrateniente Vitalmiro Bastos de Moura (‘Bida’) y el ganadero Regivaldo Pereira Galvão (‘Taradão’), siguen sin ser condenados definitivamente. En un primer juicio, a Moura le fue impuesta una pena de 30 años de cárcel, sentencia que recurrió; y, en mayo de 2008, fue absuelto en un segundo juicio. El Ministerio Público recurrió esta decisión, y la Justicia del Estado de Pará anuló su absolución, determinando nuevamente prisión. Así, el pasado 4 de febrero, ‘Bida’ se entregó a la policía y permanece preso en espera de un nuevo juicio, previsto para el 31 de marzo. El ganadero Pereira, por su parte, pasó un año y tres meses en la cárcel y huyó tras beneficiarse del habeas corpus concedido por el Tribunal Supremo de Justicia. Aunque fue apresado en diciembre de 2008, vuelve a estar en libertad.

Dorothy Stang fue asesinada en 2005, cuando participaba en la consolidación de proyectos agrícolas sostenibles en la región amazónica de Anapu, en el estado de Pará, al norte de Brasil. Unos proyectos cuya implantación lideró y que permitían a las familias asegurar el sustento sin depredar la naturaleza, contrariando así los intereses de los grandes hacendados y madereros de la región. Su apoyo a los asentamientos basados en la agricultura familiar, volcados en las actividades extractivas de subsistencia y de reducido impacto medioambiental, provocó la ira de los latifundistas de la zona. Cuando un área de Anapu fue destinada al llamado proyecto PDS (Polos de Desarrollo Sostenible), éstos la invadieron y amenazaron a las familias, obligándolas a retirarse.

“El trabajo de Dorothy estaba muy comprometido con la gente más pobre. Ella hizo la opción por los más pobres, vivió con esas familias, comenzó a organizar esas comunidades y sus asociaciones”, recuerda Erwin Kräutler, obispo de la prelatura de Xingu y presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI), también amenazado de muerte, que convivió muy cerca con la misionera durante décadas.

Miseria y conflictos

En 1982, el prelado solicitó a la religiosa que trabajara en la pequeña localidad de Anapu, atravesada por la autopista Transamazónica, y en la que el fracaso de los extravagantes proyectos de la dictadura militar dejó un rastro de miseria y de conflictos. Con un área de 11.895 km2 y unos 8.000 habitantes, Anapu sufre periódicamente la violencia que generan las disputas por las tierras. Un conflicto entre terratenientes, madereros y pequeños agricultores que se agravó desde los años 80 con la deforestación de la selva.

En opinión de Kräutler, la fecha que recuerda los cinco años de la muerte de la misionera es simbólica, porque anuncia su trabajo en vida en favor de los pobres y de la Amazonía, cada vez más devastada. “Pocos días antes de morir –confiesa–, ella me dijo que sabía que estaba siendo amenazada, pero comprendió que su lugar estaba cerca de esas personas y que no podía huir”.

El obispo lamenta que hubo otros muchos casos similares en Pará, pero que no fueron divulgados. “Poco antes que ella, Ademir, padre de familia, murió por la misma causa. Entraron en su casa y lo asesinaron delante de su esposa”. A principios de febrero, la Comisión Pastoral de la Tierra presentó en el Tribunal de Justicia de Pará una lista que muestra que, entre 1982 y 2008, hubo 681 asesinatos por conflictos agrarios en el estado de Pará. Sólo en 259 casos se presentaron acciones penales.

Tras el asesinato de la misionera, se ha creado el Comité Dorothy, para construir una cultura de paz desde la defensa de los Derechos Humanos y la justicia socioambiental en la Amazonía. El Comité, formado por religiosos, religiosas, agentes de Derechos Humanos y jóvenes indignados por la impunidad frente a los crímenes en el campo, se concentró el día 12 ante el Tribunal de Justicia del Estado de Pará, en la capital, Belém, para celebrar un acto en memoria de Dorothy.

gaparecida@vidanueva.es

En el nº 2.697 de Vida Nueva.

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