OBITUARIO: Cardenal Kim Sou-hwan. Un líder para todo el pueblo

(M. Gómez) Padre de la patria”, “un gran campeón de la democracia”, “gigante de la Iglesia católica en Asia”. Los titulares no han escatimado calificativos para honrar al cardenal Stephen Kim Sou-hwan, arzobispo emérito de Seúl, quien falleció el lunes 16 de febrero a los 86 años. Durante sus 30 años al frente del arzobispado (entre 1968 y 1998), puso a los pobres y los oprimidos en el centro de su ministerio, y fue firme defensor de los derechos humanos y la democracia en su país.

Cientos de miles de fieles acudieron a rendirle el último homenaje en la catedral de Seúl (el funeral tenía lugar el día 20), y desde las figuras políticas más relevantes hasta los fieles anónimos, católicos y no católicos, todos han manifestado su pena por la pérdida de Kim, al que perciben no como un líder religioso, sino como un líder de todo el pueblo.

Primer purpurado coreano

Nacido en Daegu el 8 de mayo de 1922 en una familia pobre, estudió Filosofía en Tokio y Sociología en Alemania. En 1968, Pablo VI lo creó cardenal, convirtiéndose en el primer obispo coreano en acceder al purpurado y en el más joven entonces. No dudó en luchar contra la dictadura desde su púlpito y sus homilías, despertando en la sociedad los valores de los derechos humanos y la justicia social, y, ya en democracia y jubilado en 1998, su figura seguía ejerciendo una gran influencia.

En lo estrictamente eclesial, destaca el impulso que dio al catolicismo en Corea del Sur, donde el número de bautizados se multiplicó por seis. Atento al resto del continente, contribuyó a la fundación de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC). Y siempre mantuvo un empeño especial por la reconciliación con Corea del Norte, a la que reclamaba continuamente la necesidad de reconocer la libertad religiosa. En un telegrama enviado al cardenal Nicholas Cheong Jinsuk, actual arzobispo de Seúl, Benedicto XVI agradece “los largos años de devoto servicio del cardenal Kim a la comunidad católica de Seúl”.

Es una gran pérdida para la nación”, ha dicho el presidente surcoreano Lee Myung-bak. Para el ex presidente Kim Dae-jung, lo importante es que Kim “nunca tuvo miedo de aplicar su credo durante el período de la dictadura en los años 70 y 80. Soy afortunado por haber recibido la guía y el amor de su parte”.

En opinión del profesor Stephen Han, presidente de la Asociación de Laicos Católicos, “con su testimonio y sus acciones pastorales, el cardenal Kim ha abierto a la Iglesia católica a todo el pueblo, sin distinciones, y se ha empeñado en construir un mundo nuevo. Gracias a él -continuó-, la doctrina y el espíritu del Concilio Vaticano II han fluido de los documentos a los corazones de los católicos”.

En el nº 2.649 de Vida Nueva.

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