OBITUARIO: José María Larrauri, obispo emérito de Vitoria

(Manuel de Unciti) Ha muerto José María Larrauri como vivió los 90 años de su existencia: pobre, rodeado de pobres y acogido a la caridad de las Hermanitas de los Pobres en su hermosa residencia de Vitoria. La austeridad que caracterizó su modo de vida sólo se “quebraba” cuando iba al cine. Era un gran aficionado al séptimo arte, y los comentaristas discuten si contagió esta pasión al también obispo Alberto Iniesta o, si por el contrario, fue el grande y diminuto Alberto el que, mediante la tentación del cine, consiguió sacar a Larrauri de su entrega desmedida al trabajo. 

En 1948 accedía al sacerdocio. Tenía 30 años. Y se ofreció al obispo Ballester para la misión diocesana que se iba a abrir en Los Ríos (Ecuador). Pero el obispo tenía otros planes para él:  la rectoría de dos parroquias rurales. Como paso previo para su envío a la recién creada diócesis de Albacete. Allí, Arturo Tabera, por su vocación misionera, le confió diversos cometidos, entre ellos, la Dirección Diocesana de las Obras Misionales Pontificias (OMP).

Aunque su futuro estaba en Navarra. Tabera es llamado como arzobispo (y luego cardenal) a la sede de san Fermín. Y éste se lo lleva consigo y hace que le designen su auxiliar. Allí, desde 1970, tiene que ir poniéndose al frente de todos los asuntos de la archidiócesis. Entre éstos -quizá el más grave- el de la división política  La causa del nacionalismo vasco prende con fuerza entre la juventud. Algaradas, manifestaciones, paros, sabotajes, kale borroka… ¿Es verdad que en las dependencias de la Policía y en los cuartelillos de la Guardia Civil se tortura? Larrauri reza. Larrauri se informa a fondo. Larrauri denuncia. Es Jueves Santo. Habla el obispo ante todas las autoridades y dice lo que tiene que decir, lo que ningún otro obispo español, antes que él, se había atrevido a denunciar… ¿Posible que un “obispillo” de nada ose desafiar al Régimen en lo que más puede dolerle? 

La Nunciatura Apostólica, en su intento de mediar, lo trasladó a la Dirección Nacional de las OMP. Él entró obedientemente en el juego. Su entrega al bien de la Iglesia estaba por encima de su honrilla. Y a Madrid se fue con sus cuatro pertenencias de cura pobre. Su esforzado trabajo en las OMP ha quedado como ejemplo permanente. Le llegó un día una carta de la Nunciatura. Con el advenimiento de la democracia, se le ofrecía la mitra de Navarra. Larrauri redobló su oración… y no aceptó. Por una razón: no quería que nadie interpretara su designación de arzobispo de Pamplona como una revancha de todas las humillaciones que había tenido que sufrir allí.

De 1979 a 1995, obispo de Vitoria. También aquí, su tierra natal, le tocó sufrir y por parecidos motivos a los que hubo de padecer en Navarra. 

Acabado su ministerio, le entregaron unos bienes para que él, personalmente, los disfrutara. Y ¡los disfrutó! Creó con ellos el centro de Proyecto Hombre.

En el nº 2.642 de Vida Nueva.

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