Tribuna

¿Y si probamos con un gato?

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¡Qué problema cuando aparece un problema! Los problemas y las situaciones engorrosas existen y aun así siempre nos sorprenden. No nos gustan los problemas, nos desacomodan,  nos cambian los planes y varios hechos más. Los problemas ajenos constituyen un llamado a la solidaridad, a la empatía y jamás, como en algunas situaciones estamos acostumbrados, aprovecharnos, reírnos, gozarnos.

Un sacerdote amigo me contaba que en su casa parroquial, que está en un  pueblito muy pequeño, tenía una población considerable de ratones. Tomaban la noche como día y allí hacían todas sus travesuras y necesidades. Consultó al veterinario del pueblo y le dio una cebo especial para que al sentir que tenía feo sabor se fueran ¡no funcionó! El herrrero le proveyó unas tramperas con queso, se comían el queso y no quedaban presos, siguiendo con sus fechorías. El cura entonces consultó con su hermano ingeniero, éste fue y le instaló una especie de alarma para que, al escucharla en determinados lugares huyeran ¡no funcionó! Y el problema de los ratones seguía.

Una señora de la parroquia escuchando su comentario le dijo…perdone padre que me meta ¿Y si probamos con un gato? ¡Funcionó! De todos los intentos fue el más práctico y acertado. El más natural y ecológico.

Me hizo pesar que muchas veces en la vida ante un problema nos desesperamos y transitamos por caminos equivocados para resolverlo. No consultamos, o consultamos a quien con buena voluntad, no tiene la mejor respuesta y nos olvidamos de la sencillez, de lo concreto, de lo cercano, de lo normal.

Eso que acabo de escribir me hizo pensar en el Evangelio ¡cuántas veces ante una encrucijada el Evangelio nos da su respuesta! La oración confiada, la presencia de Jesús en la Eucaristía.

Los invito, me invito a encontrar la iluminación ante situaciones que nos desacomodan y sorprenden… ¿y si probamos con el Evangelio?