Tribuna

Pastoral Juvenil: el protagonismo de las mujeres jóvenes de Puerto Rico

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Desde los inicios, la Pastoral Juvenil en Puerto Rico ha contado con un gran número de mujeres jóvenes en su liderazgo. Actualmente, tiene a dos mujeres a su cargo desde enero de 2020. La secretaria ejecutiva, Elaila Cristina Cintrón, es la segunda fémina en asumir este servicio.



Además, por primera vez cuenta con una asesora nacional mujer y consagrada, sor Alejandra Matilde, OP (Dominica de Fátima), quien lleva trabajando en la pastoral juvenil desde sus años juveniles. Aunque ciertamente no ha sido una tarea fácil, ya que estos servicios por años habían sido asumidos por algún joven varón y por algún vicario de Pastoral Juvenil de una de las seis diócesis en Puerto Rico, su labor entre los jóvenes se va realizando muy satisfactoriamente.

Tanto el servicio de la secretaria ejecutiva como el de la asesora nacional son elegidos por los miembros de las comisiones diocesanas de Pastoral Juvenil, y ratificadas por la Conferencia Episcopal Puertorriqueña. Esto deja ver con claridad que en medio de los retos que enfrenta la Iglesia en Puerto Rico, camina con verdadero espíritu de conversión pastoral, dando paso y acogida al don de la feminidad.

Ternura y oído dispuesto a la escucha

De igual modo, son incontables los aportes de las mujeres en la Pastoral Juvenil en Puerto Rico, estando también al frente de los distintos equipos que la integran. Equipos como el de Misión y el de Formación han estado compuestos en su mayoría por mujeres y liderados por ellas. En todos los espacios, las mujeres han sabido acoger con ternura y con un oído dispuesto a la escucha, atentas a las necesidades de las comunidades parroquiales y de las comisiones diocesanas.

Ciertamente y a pesar de las dificultades actuales, hay que reconocer la creatividad de cada una de las jóvenes que lideran las comunidades juveniles, la coordinación diocesana y algunos equipos nacionales. Juntas, han podido afrontar los retos con audacia y valentía. De igual modo, esta Pastoral se ha convertido para ellas en un espacio para desarrollarse como discípulas misioneras, protagonistas de la Civilización del Amor. Si miramos el camino recorrido con memoria agradecida, vemos muchos rostros de jóvenes, en especial mujeres, que han estado al frente de servicios, equipos, comunidades y de itinerarios formativos.

Las mujeres son valientes y más si son jóvenes. En su servicio a la Iglesia han demostrado gran arraigo en temas de verdadera relevancia y es admirable ver cómo mantienen posturas claras de justicia y equidad hacia los más vulnerables. Ellas son constructoras de sinodalidad en nuestra Iglesia local con su cercanía y atención. Son verdaderas agentes de cambio en medio de sus comunidades juveniles y esferas diocesanas.

La alegría que distingue a las mujeres jóvenes y caribeñas, la capacidad de reconocer la realidad personal y eclesial, la apertura para trabajar con otros dentro y fuera de la Iglesia, con gran naturalidad y la capacidad para asumir grandes retos, permite que sus aportes y presencia sean de gran relevancia para la Iglesia hoy.

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