Tribuna

Laudato si’: un nuevo Pentecostés

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Se cumplieron cuatro años de la publicación de la encíclica del papa Francisco ‘Laudato si” sobre la Integridad de la Creación y la Ecología Social, justamente publicada en la fiesta de Pentecostés. Es un texto revolucionario que ha conmocionado al mundo entero. Por momentos, pareciera que ha impactado más en las “afueras” de la Iglesia que puertas adentro. 

Los que no la han leído o solo se han quedado con lo publicado en los medios, podrían pensar que es un texto clásico de ecología, preocupado por la contaminación, el agua, el calentamiento global y la desaparición de especies animales. Ciertamente son todos temas abordados en el documento, pero su visión es mucho más amplia. Más aún que las convenciones mundiales que se llevan adelante en las últimas décadas, algunos de cuyos pronunciamientos son importantísimos y sus acuerdos de Kioto y de París, no firmados por algunas potencias, son cruciales para el futuro de la vida del planeta y del ser humano en particular. 

Sin embargo, el texto de Francisco va más allá: es una visión profunda de la Creación desde la revelación cristiana que nos invita a comprender dos grandes cosas:

  • Toda visión social implica una posición ecológica y toda visión ecológica debe necesariamente hacer referencia a la situación socioeconómica del ser humano y de los pueblos;
  • Otro mundo más justo, fraterno, inclusivo y armónico con nuestra “Casa común” es posible.

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El capitalismo neoliberal en su peor versión, la que hace eje en lo financiero y es la que domina actualmente, está arrasando con el planeta, pues nos ha llevado a un consumo desmedido, genera una desigual distribución de la riqueza, promueve la violencia, la discriminación, las guerras y los muros, y no es la última palabra en la historia humana. Con todas las bondades que este sistema ha aportado a la humanidad, hay que destacarlo con sinceridad, podemos y debemos dar nuevos pasos hacia una fraternidad universal que incluya a todos, geste una convivencia pacífica, modele un estilo de vida sano y dignificante, y permita disfrutar de la Madre Naturaleza, nuestra Casa común, en forma equilibrada y armónica.

En estos días leía un artículo excelente del gran ensayista y pensador Luigino Bruni, agudo promotor de la economía social de comunión, sobre el libro del profeta Ezequiel y su gran visión de las aguas que brotan del templo llevando vida nueva por doquier en su capítulo 47.  El autor sugiere que esas aguas que salen del ámbito religioso del templo y riegan la superficie de la tierra representan el gran desafío actual de una evangelización y una misión eclesial “fuera” de los ámbitos religiosos tradicionales. Muy en sintonía, creo, con la imagen del papa Francisco de “una Iglesia en salida”. Hace años se hablaba de los nuevos areópagos o fronteras culturales a los que estábamos convocados los cristianos.  Creo que hoy estamos llamados a generar una espiritualidad nueva mucho más armónica con la Casa Común, disfrutando del Cosmos como el gran templo de Dios y a las relaciones interpersonales como lugar para experimentar la salvación.

Esta visión pastoral y espiritual, entonces, es muy afín a lo que decíamos al comienzo del artículo: otro mundo es posible, en armonía con la Madre Tierra y generando un único banquete universal e inclusivo donde todos vivamos más sobria y moderadamente. Será mucho más creíble una propuesta integral, holística y global, que contenga todas las dimensiones de la persona humana y de la sociedad en su conjunto. Manifestaciones religiosas extravagantes o histéricas sostenidas por lecturas descontextualizadas de la Escritura, o intimismos individualistas que alejan de la realidad, no aportan a un verdadero crecimiento humano y a un profundo saneamiento social.

Hoy lo espiritual, como en los comienzos de la vida apostólica, incluye lo social, lo económico, lo político y lo trascendente. Eso fue, es y será el misterio de la Encarnación del Verbo, completado con la fuerza expansiva, o “big bang”, del Espíritu Santo que está atravesando toda la Creación desde la Resurrección de Cristo. Persona sanada, comunidades vivas y sociedad inclusiva y solidaria: traducción actual del reino de Dios anunciado por Jesús de Nazaret. ¡Verdadero templo promovido por Dios desde Pentecostés!