Tribuna

Francisco, un reformador nato

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Permítanme una anécdota. Cuando los periodistas que trabajan en Roma conocieron al papa Francisco divulgaron una imagen que quizás es un poco atrevida, o que incluso puede escandalizar, pero que me atrevo a recordar porque expresa de alguna manera lo que les deseo compartir esta tarde: que Francisco es un comunicador de la sencillez.



La anécdota decía algo así: las comunicaciones del papa Francisco, son como las de una “barraca de feria”, a la intemperie, ante todos los que pasan por la calle, “callejeando” nos diría el papa Francisco, cosa que nos insiste mucho que realicemos tanto los pastores -que ojalá tengamos “olor de oveja”- como los fieles, especialmente los laicos, tal como recomendó en su mensaje a los asistentes al Congreso de Laicos convocado por la Conferencia Episcopal Española en febrero de 2020, justo antes de la pandemia.

Repito que quizá es una imagen un poco atrevida, pero expresa que la fuerza comunicadora del papa Francisco es sobre todo su sencillez, el situarse a ras del suelo de la realidad. Mucha gente nos dice: “Este Papa me gusta”. Normalmente te lo dice gente que curiosamente se sienten alejados de la Iglesia, o que viven un agnosticismo o una ignorancia religiosa… Algunos dicen: “yo me llevaría el papa Francisco a mi casa para invitarle a tomar un café” (¡o un mate argentino!). Y pienso que en este sentido hace honor a su nombre pontificio, a su patrón. Hace honor al santo de Asís, que se le entendía todo, tanto en sus hechos, en sus gestos, en su vida, en sus florecillas, como en sus palabras. Era todo él puro Evangelio, el “Evangelio sine glossa”, sin necesidad de interpretaciones hermenéuticas extrañas.

Francisco es sobre todo un papa reformador de la Iglesia. El papa emérito, el papa Benedicto XVI, que el pasado 31 de diciembre nos dejó, hablaba de la hermenéutica de la ruptura o la hermenéutica de la reforma, respecto al Concilio Vaticano II diciendo que teníamos que vivirlo desde la hermenéutica de la reforma.

Pues el papa Francisco es este reformador nato, que tiene sumo interés en que lo que él propone se entienda pronto y que quede tan claro que no se tenga que invertir mucho tiempo en hermenéuticas respecto a sus enseñanzas. Él es muy accesible, sobre todo, a periodistas, porque les concede continuamente entrevistas aquí y allá, en periódicos, en televisiones, y en sus viajes apostólicos, como habían hecho también los papas anteriores a él.

Fue ante los periodistas, en su primera comparecencia, en la Sala Pablo VI, cuando ya elegido Papa dijo: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y de los pobres, y para los pobres!”. Y eso nos llegó a todos: el papa Francisco, comunicador de la sencillez.

Un papa que viene de la vida pastoral

Antonio Pelayo podría ilustrarnos mucho –por su dilatada experiencia romana- con relación a que la figura del papa en los últimos pontificados ha ido evolucionando notablemente desde la figura del “papa soberano” o el “papa diplomático” al “papa pastor”.  La figura clave en esta evolución –creo- es la de san Juan XXIII, que, como saben, llegó a Roma desde su experiencia pastoral en Venecia –y en sus años de representante pontifico en Bulgaria y en Francia y en Istambul- y que, inmediatamente de ser elegido papa, recuperó los gestos de un papa-obispo de la diócesis de Roma: visitando hospitales, yendo a las cárceles, etc.

Francisco llegó, como él dijo: “della fine del mondo”, y llegó a la cátedra de Pedro destacando sobre todo que él era el obispo de Roma. Lo dijo en el balcón, el día de su elección: “Ustedes saben que la misión de los cardenales es elegir al sucesor de Pedro, al obispo de Roma”. Él se siente obispo de Roma.

Monseñor Pedro Tena, que Dios le tenga en su gloria, obispo auxiliar de Barcelona y gran liturgista, tras haber vivido una larga experiencia de trabajo en la Curia romana, en el tema de la liturgia, se admiraba al inicio del pontificado del papa Francisco de esta sencilla y reiterada confesión del Papa: que él era realmente “el Obispo de Roma”, y ahora muy recientemente acaba de decir: “si me jubilara, me retiraría como Obispo emérito de Roma”.

Es muy interesante, en este sentido, la manera de presentarse, como todos recordareis, y lo que dijo al pueblo romano: que rezaran por su obispo para que Dios bendijera su labor pastoral y se inclinó. Es el camino de la kenosis, se inclinó ante el santo pueblo fiel de Dios reunido en aquella plaza abarrotada de San Pedro del Vaticano, a la que salió la fumata bianca. Un detalle que no fue pequeño, no quiso aparecer con detalles de vestiduras litúrgicas suntuosas, quería que fuera bien sencillo lo que tiene que llevar un obispo.

Un ejemplo reciente de esta claridad comunicativa han sido sus últimos mensajes en este último viaje internacional -que tuvo que ser aplazado y por fin lo pudo realizar- a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur, por ejemplo, su apelación –su grito angustiado- a los dirigentes políticos para que sean instrumentos de la tan deseada paz y del final de los reiterados recursos a la guerra y a la violencia.

“No se olviden de rezar por mí”

“No se olviden de rezar por mí” insiste siempre. Cuando envía una notita suya escrita a mano dice: “y recen por mí”. Te ve en un encuentro con sacerdotes como ahora tuvimos la ocasión, y siempre acaba diciendo: “Y no se olviden de rezar por mí”.

Estas palabras que nos suenan a todos, son las de un papa pastor, que –como nos recomienda a los obispos en Evangelii gaudium, en la Alegría del Evangelio a veces va delante de su rebaño, a veces en medio, y a veces detrás, para entre otras cosas “ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” (EG 31).

Qué bien nos hizo a un servidor, y al obispo Antoni Vadell i Ferrer -que el domingo pasado 12 de febrero se celebró el primer aniversario de su defunción, víctima de un cáncer de páncreas-, qué bien nos hizo, hacer Ejercicios Espirituales basándonos en este número 31 de Evangelii gaudium: ir delante, ir en medio, ir detrás. Ser pastores, ojalá con la ayuda siempre del Señor, “con olor de oveja”.

Otra imagen, tan bíblica, como la del buen pastor, que él lleva en su cruz pectoral, ¡que no se la cambia! El papa Francisco siempre lleva su misma cruz pectoral, bien sencilla, con Jesucristo, el Buen Pastor, que carga en su espalda con la oveja perdida.

¡Qué imágenes que utiliza! ¡Cómo llega a todos! Esta imagen tan tradicional y otras como hablar de la “economía que mata”, la economía del descarte. Y es así que se habla de economía de Francisco, que él dice: “no es mi economía, es la economía de San Francisco de Asís”, il poverello de Asís.

Francisco que lleva a la cátedra de san Pedro su realidad de pastor de esa gran urbe, de esa gran ciudad -Barcelona queda pequeñísima comparada con ella-, que es Buenos Aires. Con su estilo “porteño”, yendo al grano, sintiéndose humilde servidor del Evangelio de Cristo, con esas entrañas de misericordia para las ovejas de su rebaño.

El papa Francisco como comunicador que utiliza estas imágenes plásticas como cuando habla de la “cultura del encuentro” con la imagen de “que no podemos construir muros, sino puentes; o la “apertura a la pluralidad de las culturas” con su imagen de “globalizar la fraternidad”, o su primado de la atención a los más pobres que se expresa en lo que podemos denominar la imagen por antonomasia de Francisco -que la tiene en la Fratelli tutti– que es la del “buen samaritano”, un heterodoxo, pero que vive la “ortopraxis ética”, frente al herido echado al borde del camino de Jerusalén a Jericó.

Yo me preguntaría -y les invito a preguntarse a todos ustedes-: ¿De dónde saca el papa Francisco su capacidad expresiva? Eso nos lo tendría que responder él, yo no soy nadie, pero pensaba desde la oración: ¿No será que la saca de esa misa diaria matutina en Santa Marta? ¿No será que saca esta capacidad expresiva de esa oración nocturna que él realiza ante el Sagrario, donde confiesa que al llegar la tarde a veces se duerme por su cansancio? Pero se acuerda mucho de una santa a la que le tiene mucha devoción, como es santa Teresa del Niño Jesús, que también dice que se dormía, pero dice: “sí, pero es ante el Tabernáculo, ante el Sagrario”.

La respuesta seguro que nos llevaría lejos, ¿de dónde saca esta capacidad tan expresiva? Pues posiblemente tenemos que ir a su biografía en los años en que él era un joven jesuita, que fue enviado a Alemania, y allí empezó a trabajar en el tema de una posible tesis de doctorado -que no pudo acabar ni concluir- sobre el pensamiento del gran Romano Guardini. Nunca culminó este trabajo, porque se le encomendó cargos urgentes, como el de provincial de los jesuitas en su patria, Argentina. Sabemos que estas cosas pasan en la vida, que te mandan para unos estudios y después eso va por otro derrotero, y siempre es el Señor el que lleva tu historia.

El trasfondo de esas enseñanzas del papa Francisco está evidentemente en el personalismo filosófico, de claras raíces en la Biblia, que destaca el valor de la comunicación y de la comunidad en la construcción de la identidad personal.

Doce tuits

Permítanme remarcar 12 titulares, 12 tuits, 12 aspectos de estos diez años. Diez años es un tiempo importante para poder realizar muchas cosas, y más con la edad con la que fue elegido para ser sucesor de Pedro, donde ha ido realizando cambios, siempre “caminando juntos” diría él, sinodalmente, empezando por realizar un Consejo de Cardenales, que no era un trabajo fácil. No es un tiempo corto diez años. ¡Ya lo quisieran muchos líderes políticos del mundo, que a veces no pasan de dos mandatos de cuatro años, es decir, máximo ocho! Una década siempre se considera como una medida de un tiempo histórico, porque nada volverá a ser igual que antes, y, como lo acaba de decir el papa Francisco en un encuentro de laicos, “lo mejor está por venir”.

Ahí van, pues, 12 titulares comunicativos, 12 tuits como los 12 apóstoles:

  1. El papa de los gestos.
  2. El papa de las periferias, contra el etnocentrismo o centralidad europea.
  3. El papa de la humildad, contra la suntuosidad.
  4. El papa de la coherencia.
  5. El papa de la reforma de la Curia. La gran reforma de la curia con la Praedicate Evangelium. Esta reforma de la curia vaticana nos estimula también en nuestras curias diocesanas para que sean curias para la misión, para la evangelización.
  6. El papa de la transparencia, también económica. El papa de la participación, de la colegialidad, y de la sinodalidad.
  7. El papa del tú a tú. Fijaos, en su Christus vivit, la exhortación apostólica después del Sínodo de la Juventud, siempre habla y se dirige a ti, a mí, a cada uno de nosotros. Es un discurso que no es etéreo, es el tu a tu, hablando al corazón.
  8. El papa del “hagan lío”, de soñar con una opción misionera capaz de transformarlo todo (EG 27), y esto sabiendo que pueden haber resistencias.
  9. El papa de la apertura al mundo, contra la cerrazón. ¿Qué nos dice? “Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo” (EG 49). Es lo que nos ha motivado a titular así a nuestro Plan Pastoral Diocesano en Barcelona: “¡Salgamos!”. Hace poco dijo, y lo ha repetido varias veces: “es que a veces tenemos que dejar salir a Jesús de nuestros templos, que lo tenemos encerrado para nosotros. ¡Dejémosle salir! Salir al encuentro, esta iglesia en salida. Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma, por el encierro, y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. Ya lo decía en Argentina y lo reiteró en la Evangelii gaudium.
  10. El papa de la fraternidad. El papa de la misericordia contra las falsas seguridades.
  11. El papa de la desclericalización. Sobre todo nos lo dice a los ministros ordenados, también a los laicos que pueden caer en el clericalismo. El papa que está contra la mundanidad espiritual. “¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales! (…) escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios”- dice él.
  12. El papa de la espontaneidad y de la esperanza contra toda acedia egoísta (EG 81), que es esa psicología de tumba, esos cristianos momias de museo, y esos pesimistas, quejosos, desencantados, con cara de vinagre (EG 85). Y si cito varias veces este documento, la Alegría del Evangelio, es porqué para él -lo ha dicho en una reciente entrevista que concedió a un diario-: “de todo lo que he escrito, esta es mi carta programática”.

El papa Francisco y Barcelona

Sólo me queda decir que, en nuestra archidiócesis de Barcelona, le estamos muy agradecidos, porque tenemos experiencia directa de esa capacidad de Francisco como comunicador, y como pastor con todos nosotros. Por ejemplo, llamando al móvil directamente al obispo Toni Vadell i Ferrer, cuando se enteró que estaba con un cáncer y con su vida a punto de dejarla en este mundo. Siempre de manera sorpresiva, no un secretario que diga: “Mire, que le llamo de parte del papa Francisco”, no, directamente a su móvil.

Él nos mandó ya en el Año de la Familia un mensaje, junto con otras diócesis, hablando de que Barcelona tiene que ser también un referente evangelizador con la Basílica de la Sagrada Familia. Nos envió también un videomensaje el ocho de diciembre de 2021, cuando se iluminó la Torre de la Virgen María, y nos insistió en que saliéramos a comunicar la alegría. Recientemente, en diciembre de 2022, recibió a seminaristas de nuestra archidiócesis y de la diócesis hermana de Sant Feliu de Llobregat. Y el pasado 28 de enero recibió a un grupo de sacerdotes, donde fue muy directo, donde nos dijo lo que no se publica en la página web de vatican.va.

Él dice mirando los papeles: “Se lo voy a dar al obispo que os haga fotocopias, y ahora os voy a decir lo que llevo en mi corazón”. Y venía de toda una mañana de audiencias, y se puso a compartir de una manera muy clarividente, sobre todo insistiendo cómo en la pastoral juvenil teníamos que educar para la libertad, y dejar que los jóvenes puedan caer, pero entonces necesitan de alguien que les ayude a levantarse, necesitan acompañamiento espiritual, llevarlos a Jesucristo, no a ideologías. “Eduquen para la libertad, eduquen desde el acompañamiento, eduquen para el encuentro personal con Jesucristo”, nos insistió.

No tengo nada más que decir, solamente dar testimonio de que en todos estos hechos todos nosotros experimentamos la vivencia pastoral y esta capacidad tan comunicativa de nuestro buen papa Francisco, que nos dice: “¡Por favor, no se olviden de rezar por mí!”. Pues eso, no nos olvidemos de hacerlo.

*Tomado de la intervención de Mons. Sergi Gordo en la mesa redonda ’10 años del papa Francisco: una mirada desde la comunicación’, acto organizado por el Observatori Blanquerna de Comunicació, Religió i Cultura el martes 21 de febrero de 2023