Tribuna

En espera del nuncio

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Es como una especie de cantinela y cansino ‘ritornelo’ el empeño, en algunos grupos políticos, de añadir, con ocasión y sin ella, en sus programas de gobierno, si hasta allí se llegara, el de suprimir las relaciones o, al menos, denunciar concordatos y acuerdos entre la Santa Sede y el país en cuestión. En la actualidad, la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 183 estados de los 193 que forman parte de la ONU. El nuncio apostólico representa a la Santa Sede ante los estados y ante la Iglesia local.

Terminada la misión en España del nuncio Renzo Fratrini, estamos esperando al nuevo representante de la Santa Sede. El pasado mes de junio, el papa Francisco tuvo un encuentro con los nuncios apostólicos y, en una alocución con entrañable afecto fraterno, el Santo Padre ofreció a los representantes diplomáticos de la Santa Sede lo que él mismo llamó una especie de “decálogo”, con sencillos y elementales preceptos para que puedan realizar mejor la misión que se les encomienda.

El nuncio Renzo Fratini en la apertura de la Asamblea Plenaria de 2017. Foto: Jesús G. Feria

Un apóstol

El nuncio es hombre de Dios que obedece sus mandamientos con alegría, justicia y misericordia. Sabe muy bien que representa a la Iglesia y, de una forma especial, al Papa. Apóstol, pues anuncia el Evangelio allí donde se encuentre. Trabajo imprescindible es el de la mediación, la comunión, el diálogo y la reconciliación. “Su misión no se sobrepone al ejercicio del poder de los obispos ni lo reemplaza ni lo obstruye, sino que lo respeta y, es más, lo favorece y lo apoya con el consejo fraternal y discreto”.

No le ha de faltar el valor para superar situaciones con dificultad, pero también tomar aquellas iniciativas necesarias para saber gestionar el oficio de encuentro entre las personas y las instituciones. La obediencia al Evangelio garantiza la libertad y es virtud que avala la prudencia y la sabiduría.

“El nuncio, teniendo la tarea de interpretar la solicitud del Romano Pontífice por el bien del país en el que se ejercita su misión, en particular debe interesarse con celo por los problemas de la paz, del progreso y de la colaboración de los pueblos, en vista del bien espiritual, moral y material de toda la familia humana”. Bienvenido sea el que viene en el nombre del Señor y del papa Francisco.