Tribuna

El sexto continente

Compartir

La geografía, junto a la geopolítica, han acordado en que existen 5 continentes: América, Asia, África, Europa y Oceanía. En la década del 70, se decía que la Antártida podría ser un sexto continente, pero la teoría prontamente fue dejada de lado.

Hoy podemos decir con toda certeza de que se ha creado un sexto continente: el continente digital, el mundo de las redes sociales, la comunicación invisible.

En su primer encuentro con los periodistas, Francisco invitó a transmitir verdad, bondad y  belleza, que las noticias, cualquiera fuese su tenor, aún aquellas que cuentan situaciones desagradables deben estar exentas de la verdad.

Partiendo de esta premisa, Francisco añade que internet es un don de Dios, que las herramientas de comunicación son un don de Dios y que existe un continente digital al que tenemos que animarnos a llevar la buena noticia del Evangelio.

Este mundo de redes, compone ese universo digital en donde vivimos y nos comunicamos entre nosotros sin fronteras, sin pasaportes y sin tener que pagar pasaje pare movernos de un lado a otro. Además, podemos llegar a simultáneamente a lugares que ni nosotros nos imaginamos.

Es un espacio habitado principalmente por los jóvenes y metafóricamente, podemos decir que se reúnen en sus plazas y allí nos llama el Papa a buscarlos para dialogar, escucharlos y proponerles darle like a Jesús, también para invitarlos a contar sus sueños y esperanzas, no solo sus fracasos. Insiste en que es un continente hecho por redes, una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres. La Iglesia misma es una red tejida por la comunión eucarística, en la que la unión no se funda sobre los “like” sino sobre la verdad, sobre el “amén” con el que cada uno se adhiere al Cuerpo de Cristo acogiendo a los demás.

Con estas premisas y estos anuncios esperanzadores del Francisco, este sexto continente es un continente de misión con extensos lugares inexplorados, no humanizados y menos evangelizados.

La misma Iglesia, nosotros, nos resistimos a entrar a ese continente. Son escasas las diócesis, las congregaciones, las instituciones eclesiásticas que hacen una opción verdadera, sostenida, sustentada por la comunicación, que se animan a llevar a Jesús a través de la redes, que optan llegar a nuestros jóvenes y a los demás, que también están en este continente, y que necesitan de la Buena Noticia y de buenas noticas, verdaderas y bellas.

No sé si este lugar da miedo, o es un estado de pusilanimidad, de no salir de las estructuras eclesiales a las que estamos acostumbrados y que ya están caducas; pero “como siempre se hizo así” cuesta salir de las seguridades, aunque ya no sean útiles para evangelizar.

Meterse en el continente digital es ser Iglesia en salida, es llegar a todos, es cumplir con el mandato de “Vayan por el mundo y anuncien la Buena Noticia[1]”. De esa actitud, ya sea activa o pasiva tendremos que dar cuenta porque, son talentos que se nos entregan y hay que hacerlos fructificar en este nuevo sexto continente.

[1] Evangelio de Marcos, 16,9.