Tribuna

Combonianas Asia: beduinos, los grandes excluidos

Compartir

Assalamu Aleikom (‘la paz este con ustedes’) es el saludo con el que nos reciben cada vez que visitamos las comunidades Beduinas en Palestina. A pesar de que la palabra paz hace parte de la interacción cotidiana, su vivencia es todavía un anhelo que reposa en los corazones de nuestros hermanos y hermanas. La amenaza constante del desplazamiento forzado por parte del gobierno Israelí,  así como la falta de reconocimiento por parte de Palestina, dejan a estas comunidades Beduinas en una situación de exclusión, precariedad y pobreza extrema.



Desde hace doce años las Misioneras Combonianas trabajamos en las comunidades Beduinas Jahalin, que se encuentran localizadas en el desierto de Judea. Iniciamos en el ámbito sanitario, después en el ámbito educativo con la creación de guarderías y dando un seguimiento en cada comunidad con actividades de formación para las mujeres. La finalidad es mejorar la educación de los niños, para que puedan continuar con sus estudios y promover la integración de las mujeres, para así fomentar la calidad de  vida en las diferentes comunidades. Todo esto con la ayuda de diferentes organizaciones que han apoyado diversos proyectos.

Con el paso de estos años hemos ido creando con estas comunidades lazos de cercanía, diálogo, hermandad y cariño mutuo. Realmente la acogida que nos dispensan con su alegría, generosidad y sencillez hace que desde el primer momento nos sintamos como en casa. Nos comunicamos en árabe, que aprendemos para poder estar allí y poder comunicarnos.

Personalmente mi comunicación aún es limitada, pero siento mucha alegría al compartir la vida con ellos, aprender de su sencillez y de su generosidad. Cada vez los entiendo un poquito más y, cuando me doy cuenta de que también han logrado entenderme, veo la gracia de Dios que me acompaña y me anima a ser paciente y perseverante, porque sé que a través de la lengua los conoceré mejor.

Diversas realidades

Visitamos las comunidades y las familias para conocer mejor sus necesidades y eso supone un gran desafío. En estas visitas hemos ido constatando diversas realidades, por ejemplo que las mujeres se casan muy jóvenes y ya no continúan con sus estudios o alguna otra formación.

Aparentemente, las familias dan prioridad a los chicos; sin embargo, ellos tampoco continúan sus estudios por diversas razones, como la falta de medios de transporte, la precariedad económica o, simplemente, porque se dedican al cuidado de las ovejas. Además, la gran mayoría no sabe  inglés o hebreo, razón por la cual no tienen oportunidades laborales fuera de su ambiente.

Es una realidad compleja y somos conscientes de que llevamos poco tiempo aquí y que nos queda aún mucho por aprender y conocer, pero tenemos un fuerte deseo de continuar con la misión que nuestras hermanas comenzaron hace más de una década. Era, en definitiva, lo que Comboni quiso “hacer causa común con los más pobres y abandonados”. La continuidad con la promoción humana, a través de cursos de formación para mujeres y jóvenes, es un modo concreto para hacer que ellos sean protagonistas de su propia vida.

*Artículo original publicada en el número de diciembre de 2022 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

Lea más: