Tribuna

Combonianas América: ollas solidarias en el sur de Lima

Compartir

Pamplona Alta es una zona semidesértica situada al sur de Lima. Hace parte de lo que llamamos “pueblos jóvenes”. Las misioneras combonianas vivimos aquí desde hace 20 años y prestamos nuestro servicio en La Nueva Rinconada, que es una parte de Pamplona Alta. Su población es más reciente (año 2000) y es producto de invasiones. Al principio esta zona se dedicaba a la cría de cerdos (chanchos) y se llamaba “chanchería”.



Las familias viven en casas de tablas y techos de amianto, hacinados en pocos metros. Solo algunas familias están construyendo su casa con ladrillo y cemento. Como la zona está formada por cerros arenosos y rocosos, las casas están encaramadas hasta la cima. La gente tiene que subir centenares de escaleras para llegar a su hogar. En algunos sitios no hay ni siquiera caminos transitables. La luz eléctrica es casi inexistente y se carece de servicios básicos como el agua y el alcantarillado.

Aquí la pandemia se ha cebado con la gente pobre. El 90% vive de trabajos informales y diarios, por lo que el COVID ha agravado la situación, ya que durante meses no han podido trabajar, llegando a carecer incluso del alimento. El recurso a las ollas comunes ha solucionado muchos problemas de hambre y ha hecho al pueblo más solidario.

La parroquia ha sido fundamental en la ayuda a estas ollas comunes y desde el inicio nos pusimos en movimiento para que no le faltara a la población lo necesario. Con el grupo de mujeres de Cáritas organizamos esta actividad. Tuvimos que ver el emplazamiento de cada olla, para cuántas familias, cuánta comida había que suministrar… ¡todo un trabajo!

La gente se organizó en una gran cadena humana que mantuvo en funcionamiento 106 ollas comunes que alimentaban diariamente a más de 1.500 familias; es decir, unas 10.000 personas. Las grandes protagonistas de esta historia de solidaridad han sido las mujeres. Ellas son en muchos casos el pilar económico de la familia.

Hay que decir que en esta zona la gente come, pero no está nutrida, hay muchos niños con anemia y son muchas las personas, sobre todo jóvenes, que tienen tuberculosis, porque la alimentación carece de proteínas. Antes solo se les ofrecía sopa y arroz.

Un sol con proteínas

Pasada la fase fuerte del COVID, la gente se está organizando y las ollas comunes han disminuido, dando paso, en muchos casos, a comedores populares más eficientes y mejor organizados. Las Misioneras Combonianas acompañamos cinco de estos comedores, verificando su funcionamiento, su efectividad y transparencia.

Una de las iniciativas que llevamos adelante desde el año pasado es la de “un sol con proteínas”, es decir dar un sol (moneda nacional) al día, para enriquecer este menú con proteína animal: pollo, pescado, hígado, etc. La gente lo entiende y da una colaboración por cada comida: 1 sol, equivalente a 20 céntimos de euro. Con esto y con las ayudas que reciben de la parroquia, los comedores pueden seguir funcionando. Así se alimentan diariamente entre 450 y 500 personas de los cinco comedores que seguimos.

*Artículo original publicada en el número de diciembre de 2022 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

Lea más: