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El IOR

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Antonio Pelayo, corresponsal de Vida Nueva en RomaANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma

“El IOR, después de haber sido cribado, va a seguir prestando su colaboración profesional a la Iglesia católica en el mundo entero…”

La decisión ya está tomada y ha sido hecha pública: el Instituto para las Obras de Religión (IOR) no va a ser cerrado, pero va a ser sometido a un severo control y a un sensible recorte de su autonomía.

Este es un tema que Bergoglio se vio obligado a abordar apenas fue elegido papa. Los escándalos se sucedían unos detrás de otros y resultaba evidente que había que hacer una limpieza a fondo del mismo, porque los esfuerzos que había puesto en el caso Benedicto XVI habían resultado infructuosos.

Han trabajado en este delicado tema diversos organismos vaticanos, comenzando por la comisión creada por el Papa para que le informara puntualmente sobre el funcionamiento del Instituto. Sus primeras conclusiones han sido sometidas al análisis de la recién creada Secretaría para la Economía, que preside el cardenal australiano Pell y, por supuesto, de la renovada comisión cardenalicia del IOR, a cuyo frente figura el purpurado español Santos Abril.

El IOR, después de haber sido cribado, va a seguir prestando su colaboración profesional a la Iglesia católica en el mundo entero. Por ahora, es el financiero alemán Ernst von Freyberg el encargado de pilotarlo y evitar que se desvíe de sus objetivos fundacionales, como, por desgracia, sucedió en numerosas ocasiones.

En el nº 2.890 de Vida Nueva

 

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