Stella Maris, un siglo abrazando a los marinos que llegan a Barcelona

  • El Apostolado del Mar de Barcelona nació en 1927 y ha sido reconocido como el mejor del mundo
  • Ofrecen a los tripulantes espacio para el ocio, para la vivencia de la fe o para el contacto con sus familias
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Cada año, llegan al puerto de Barcelona miles de marineros que forman parte de las entrañas de cruceros o cargueros de todo tipo. Muchos encuentran allí un paréntesis de esparcimiento y vida para sí mismos, tras largas jornadas de trabajo entre los mamparos de su barco. Ese necesario espacio se lo ofrece la Iglesia, a través del Centro Stella Maris del Apostolado del Mar, que en Barcelona se encuadra en la Pastoral Social de la archidiócesis. Y lo hace con gran éxito, pues en 2016 recibió el premio internacional al mejor centro de acogida de marinos del año, que otorga la International Seafarers Welfare and Assistance Network, por votación entre marinos de todo el mundo.

Jerónimo Dadin, encargado de la Oficina de Atención a Tripulaciones de Cruceros del Stella Maris, explica que el Apostolado del Mar de Barcelona fue fundado ya en 1927, estando compuesto hoy por 38 miembros, de los cuales 34 son voluntarios. Entre todos, realizan un trabajo que no deja ningún cabo suelto a la hora de ofrecer todas las alternativas a los marineros: “Contamos con un equipo de visitadores que se suben cada día a los barcos mercantes, dándoles la bienvenida y ofreciéndoles nuestros servicios y el poder pasar un rato en nuestro club. A los tripulantes de los barcos de cruceros les invitamos a visitarnos en nuestra oficina de la terminal C”.

Para lo que haga falta

“Entre los servicios más demandados –prosigue– está el transporte gratuito a nuestro centro y la comunicación con la familia. En cualquier caso, lo primero es siempre saludarles con una sonrisa, decirles que aquí estamos y ofrecerles toda la ayuda que puedan necesitar”. La atención es muy variada, pues va “desde lo espiritual y emocional a lo legal o asistencial. Estamos para lo que haga falta; así, por ejemplo, si nos informan de que hay un marino hospitalizado, lo visitamos”.

A nivel jurídico, cuentan con un equipo de abogados que, organizados desde su Centro de Derechos del Marino, ofrecen consultas que siempre son gratuitas y confidenciales. Además, “a través de nuestra web, donde contamos con un espacio específico para ello, cualquier marinero del mundo puede contactar con el equipo de abogados y exponerles su caso. Así se adelanta mucho cuando llegan a Barcelona”.

Barcos abandonados

A nivel de derechos, Dadin percibe que “van mejorando mucho las condiciones de los trabajadores en los barcos, sobre todo en cuanto a derechos y condiciones laborales. El problema más persistente en este sentido es el de los incumplimientos de contrato, que tienen unas consecuencias muy graves para ellos. Eso se da, por ejemplo, cuando un armador se declara en quiebra y abandona el barco en un puerto. Ahí empieza una situación angustiosa y hay que dar soporte legal y también humano a los tripulantes para que no les falte lo necesario para subsistir, especialmente, calor humano para sentirse acompañados y tomar las medidas legales oportunas para proteger sus derechos”.

En este sentido, el representante del Stella Maris recuerda un caso que se dio en el puerto de Barcelona con el barco C-Star, que llegó en septiembre de 2017 falto de provisiones y sufriendo el desentendimiento del armador: “Stella Maris asumió enseguida el control de la situación, en coordinación con Capitanía Marítima y la Autoridad Portuaria y el sindicato ITF. Cruz Roja y Cáritas ayudaron en el suministro de alimentos. Al fin, cuatro meses después, se consiguió mediar entre el armador y un comprador y los tripulantes cobraron lo que se les debía y pudieron ser repatriados. El acuerdo se firmó en nuestro centro. Fue un ejemplo duro, pero de final feliz”.

Espacio para la dispersión

Stella Maris dispone además en su sede principal de una residencia con una capacidad para 32 personas. En ella se aloja, por precios muy módicos, gente de mar en diversas circunstancias: tripulantes en espera de embarque, pescadores que no tienen aquí familia, marinos de otros lugares que vienen a Barcelona de visita o a hacer cursos u otras gestiones, tripulantes de embarcaciones portuarias… Hay también un club, con bar, zona de juegos de mesa, ordenadores y, por supuesto wifi. Un servicio nuevo es el de préstamo gratuito de bicicletas para poder dar un paseo por la ciudad.

Una actividad muy apreciada por los tripulantes de barcos de cruceros son los partidos de fútbol y de baloncesto que Stella Maris organiza desde su oficina en la Terminal C. En este sentido, Jerónimo nos comenta: “Cuando ya lo hemos concertado previamente con ellos, vamos a buscarles al barco, les llevamos en furgoneta y juegan en el polideportivo del Puerto unas tripulaciones contra otras. Luego, los llevamos de vuelta al barco, todo ello de un modo gratuito”.

Atención espiritual

En el plano espiritual, “contactamos con todas las embarcaciones y les enviamos las lecturas del día para que puedan rezar los tripulantes que se organizan en grupos de oración. Cuando un barco solicita una misa para sus tripulantes, contactamos para ello con algunos sacerdotes próximos al Apostolado del Mar, como Joan Costa, delegado de Pastoral Social, y el padre Francis, filipino, capellán de la comunidad filipina de Barcelona, que tiene la ventaja en poder hablar en tagalog cuando los tripulantes son de su país; lo cual ocurre con frecuencia, pues, aproximadamente, un 25% de los marinos de todo el mundo son filipinos”.

“En nuestro centro –concluye Dadin– contamos también con una pequeña capilla. Allí pueden venir a misa los tripulantes que lo deseen, especialmente en tiempos litúrgicos fuertes como Navidad y Pascua”. Desde Barcelona se coordina también un programa de embarque de sacerdotes en barcos de cruceros: “En este caso, los curas embarcan por períodos de dos semanas y asisten tanto a los pasajeros (pastoral del turismo) como a los tripulantes (pastoral del mar). Estos últimos lo valoran especialmente, pues pasan a veces meses sin poder participar de una eucaristía”.

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