EDITORIAL VIDA NUEVA | A cuantos hemos leído sus libros, homilías o comentarios a la Palabra de Dios no debería sorprendernos el tirón que siempre tuvo Carlo Maria Martini dentro y fuera de la Iglesia. Aun así, meses después de su muerte, seguimos descubriendo que esa presencia pública era solo el fiel reflejo de la extraordinaria calidad humana, hondura espiritual y altura intelectual del cardenal jesuita.
Hoy, cuando el recuerdo de su testimonio permanece todavía muy vivo entre creyentes y no creyentes de todas las edades, cuatro hermanos suyos que tuvieron la ocasión de conocerle rememoran para Vida Nueva al Martini más íntimo y cercano: el que escapaba a la montaña en busca de sosiego y el que abarrotaba de jóvenes el imponente Duomo de Milán para la lectio divina, el que recibía la aurora orando por su amada Jerusalén y el hombre que dialogó con todos y pese a todo… La Iglesia del siglo XXI siempre le echará de menos.
En el nº 2.828 de Vida Nueva.
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