Editorial

Los protocolos antiabusos, en barrena

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Un sacerdote de Málaga ha sido detenido acusado de drogar, violar y grabar a varias mujeres, tras la denuncia de otra mujer con la que mantenía una relación estable en Melilla. En enero la ahora ex novia del presbítero expuso a la Iglesia la existencia de su noviazgo y de unas imágenes comprometidas suyas de contenido sexual. La diócesis trasladó al presbítero aduciendo motivos médicos, pero poco después le dio un nuevo destino.



En agosto, la mujer acudió otra vez a la Iglesia a contar que había encontrado un disco duro con imágenes de las agresiones sexuales cometidas por el cura. En la diócesis le invitaron a denunciar el caso a la policía, pero no se tomó medida alguna. Solo después de la detención del sacerdote en septiembre, el obispado le retiró las licencias ministeriales.

Doble aviso de la denunciante

De confirmarse este extremo, quedaría al descubierto el vacío en algunos despachos episcopales a la hora de aplicar con diligencia los minuciosos protocolos vaticanos antiabusos de obligatorio cumplimiento y la Instrucción de la Conferencia Episcopal. El doble aviso de la denunciante deja al descubierto algo más que errores en un caso tan escandaloso como revelador de lagunas profundas.

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