EDITORIAL VIDA NUEVA | Cáritas no entra en las campañas electorales ni tiene vocación política. Sin embargo, su atención a los olvidados por la Administración Pública hace que, cuando publican los datos de su silencioso trabajo por la sociedad, estas cifras por sí solas se conviertan en acicate para quienes ostentan responsabilidades de gobierno.
Ignorar la voz de la ONG de la Iglesia implica despreciar a las nuevas formas de pobreza que se esconden tras unos contratos laborales que, lejos de anunciar un futuro en crecimiento, hablan de inestabilidad y precariedad.
Habrá que comprobar si algún partido asumirá en su programa el decálogo de medidas de Cáritas para los comicios generales del 20 de diciembre. Y, sobre todo, si se compromete a aplicarlo de buena fe.
En el nº 2.959 de Vida Nueva. Del 10 al 16 de octubre de 2015
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