EDITORIAL VIDA NUEVA | Un año más, el Adviento nos anuncia que Dios se dispone a encarnarse en su Hijo y plantar su tienda entre nosotros. Esta vez son tiempos difíciles, propensos al desánimo y al recelo, pero la próxima visita del Emmanuel nos deja un mensaje inequívoco: hasta las dificultades aparentemente insalvables del presente pueden superarse si asentamos nuestra vida sobre la roca firme de la solidaridad, la entrega y la donación.
El Dios de entrañas misericordiosas viene para quedarse y hacerse amor compasivo en el hermano que más nos necesita. Este es hoy, en medio de una realidad que nos desborda y acosa, el único signo digno de confianza para el corazón humano. ¡Ojalá sepamos descubrirlo y cultivarlo durante las próximas cuatro semanas!
En el nº 2.826 de Vida Nueva. Del 1 al 7 de diciembre de 2012
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