Editorial

A la sinodalidad, desde la crisis de los abusos

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La Iglesia universal afronta ya la fase continental del Sínodo de la Sinodalidad. A pesar de que en las consultas locales y nacionales emergió la crisis de los abusos como una preocupación latente de los católicos, se corre el riesgo de considerar que se trata de un compartimento estanco que ya cuenta con su desarrollo propio y que, por tanto, debe permanecer al margen de las reflexiones, incluso en la futura asamblea romana.



No en vano, hay quien piensa que ya se ha hablado demasiado de la pederastia y de las víctimas. De caer en esta tentación, se incurriría en un error de bulto, aunque solo sea porque resultaría incomprensible despachar con un par de líneas si cabe la crisis de mayor gravedad que la Iglesia ha afrontado en las últimas décadas.

Reconocer esta lacra

Así lo ponen de manifiesto Hans Zollner y Massimo Faggioli en Vida Nueva, donde reclaman que la cuestión se situé en el centro del camino sinodal. Y lo suscriben desde el convencimiento de que el aprendizaje que implica reconocerse en esta lacra constituye “el gran potencial creativo para la renovación espiritual e institucional real que lleve a una Iglesia más segura, transparente y honesta”. Y, por tanto, auténticamente sinodal.

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