Diálogo ecuménico e interreligioso en las periferias de Europa

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Tras el encuentro con la comunidad asirio-caldea, el Papa soltó una paloma por la paz

En Georgia y Azerbaiyán, el Papa denuncia el proselitismo

Ya antes de comenzar, se sabía que la segunda etapa (el tercer y último día) del itinerario caucásico de Francisco no sería un camino de rosas. El Papa visitaba dos países con conflictos abiertos: el que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán por el control de la rica región de Nagorno Karabaj, y la guerra soterrada de las dos provincias filorusas Osetia del Sur y Abjasia contra el gobierno central de Georgia. Todo el Cáucaso –desde el mar Caspio hasta el mar Negro– es, además, un intrincado mosaico de confesiones religiosas donde la Iglesia católica tiene una presencia muy limitada: en Azerbaiyán no llegan a 800 los fieles (eran 170 cuando Juan Pablo II visitó el país en 2002) y en Georgia apenas superan los 50.000.

El primer salto condujo al Papa y a su séquito a Tiflis, capital de Georgia, adonde llegó al mediodía del viernes 30 de septiembre. En el aeropuerto fue saludado por el presidente Giorgi Margvelashvili y por Su Beatitud Ilia II, catholicós y patriarca de toda Georgia.

Cooperación

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El patriarca Ilia II y el presidente georgiano reciben al Papa

El primer intercambio de discursos tuvo lugar en el Palacio Presidencial de Belvedere ante las autoridades y el Cuerpo diplomático. El presidente insistió en que, desde la independencia del país, hace 25 años, “el camino escogido por Georgia es el de la paz, la cooperación, la paciencia; y es el camino que nos llevará sin duda a la reunificación del país” (antes había aludido al problema de los refugiados, “que tienen el derecho de volver a sus casas”). Margvelashvili insistió en que Georgia “no solo es parte de la civilización europea, sino que es uno de sus artífices y durante siglos ha ejercido la función de puente entre varias civilizaciones”. Francisco recogió esta idea y dijo que Georgia es “casi un puente natural entre Europa y Asia, una bisagra que facilita las comunicaciones y las relaciones entre los pueblos”.

Más adelante, afirmó que “cualquier distinción de carácter étnico, lingüístico, político o religioso, en vez de ser usada como pretexto para transformar las divergencias en conflictos y los conflictos en interminables tragedias, puede y debe ser para todos una fuente de recíproco enriquecimiento con ventajas para el bien común. Esto exige que todos puedan hacer fructificar sus propias especificidades, teniendo sobre todo la posibilidad de vivir en paz en su tierra o de regresar a ella libremente si, por cualquier motivo, ha sido obligado a abandonarla”.

No menos importante fue el encuentro entre el Papa y el patriarca Ilia II, quien desde 1977 es el jefe supremo de esta antiquísima Iglesia cristiana, a la que pertenecen la mayoría de sus compatriotas. El Santo Padre, había subrayado fuertemente la fraternidad de ambas Iglesias, “la georgiana, enraizada en la predicación del apóstol Andrés, y la romana, fundada sobre el martirio del apóstol Pedro. (…) La Divina Providencia nos hace encontrarnos de nuevo y, frente a un mundo sediento de misericordia y de unidad y de paz, nos pide que los vínculos entre nosotros reciban un nuevo impulso, renovado fervor del que el beso de la paz y el abrazo fraterno son ya un signo elocuente”. Ningún observador, y especialmente los operadores de cámara, pasó por alto el gesto de que el Papa y el Patriarca caminaran todo el tiempo con sus manos juntas.

Antes de concluir la jornada, Bergoglio visitó la iglesia de San Simeón Bar Sabas, sede de la reducida comunidad asirio-caldea, que, como es sabido, celebra su liturgia en arameo. Allí fue acogido por el patriarca Louis Raphael I Sako y los once obispos caldeos que acababan de celebrar su sínodo en la ciudad iraquí de Erbil. Con ellos elevó una plegaria por la paz.

Pocas multitudes

Misa en el estadio Meskhi

Misa en el estadio Meskhi

El 1 de octubre, el Papa celebró la eucaristía en el estadio Meskhi de Tiflis, en la que participaron algunos miles de católicos y fieles de otra confesiones cristianas, por lo que resultó más evidente la ausencia de la Iglesia Ortodoxa de Georgia; esta alegó que ellos no asisten a ninguna ceremonia litúrgica que no sea la suya propia. A primera hora de la tarde, en la iglesia de la Asunción, el Papa se reunió con los sacerdotes, religiosos, seminaristas y agentes de pastoral del país, unos 250 en total. Bergoglio escuchó algunos testimonios, entre ellos, el de una madre de familia. Dando de lado el discurso preparado, prefirió improvisar y, dirigiéndose a la mujer, dijo: “Tú, Irina, has mencionado un gran enemigo del matrimonio hoy: la ideología de género. Hoy existe una guerra mundial para destruir el matrimonio”.

Respondiendo a otra de las cuestiones planteadas durante el encuentro con los sacerdotes, el Santo Padre abordó el tema del ecumenismo: “Existe un grave pecado contra el ecumenismo: el proselitismo.  Amistad, caminar juntos, rezar los unos por los otros. Rezar y hacer obras conjuntas de caridad. Eso es ecumenismo”.

Francisco llegó a primeras horas del domingo 2 de octubre a Bakú, capital de Azerbaiyán, el más extenso y rico país del Cáucaso. En la iglesia de la Inmaculada de los padres salesianos le esperaba una pequeña multitud con la que celebró la eucaristía.

Hay que destacar dos momentos: el encuentro con el presidente Ilham Aliyev (hijo del “padre de la patria” Heydar Aliyev) y el celebrado con el jeque de los musulmanes del Cáucaso, Allahshukur Pashazadeh.

visita a las obras de caridad de la Iglesia católica

visita a las obras de caridad de la Iglesia católica

“Es una bendición encontrarnos aquí todos juntos”, exclamó el Santo Padre al tomar la palabra en el encuentro con los líderes religiosos del país: musulmanes, de la Iglesia Ortodoxa Rusa y de la Comunidad Judía. “Es un gran signo –prosiguió– reunirnos en amistad fraterna en este lugar de oración, un signo que manifiesta esa armonía que las religiones juntas pueden construir a través de las relaciones personales y de la buena voluntad de los responsables”.

Alentado por este excepcional clima, el Pontífice afirmó: “En la noche de los conflictos que estamos atravesando, las religiones son auroras de paz, semillas de renacimiento entre devastaciones de muerte, ecos de diálogo que resuenan sin descanso, caminos de encuentro y de reconciliación para llegar allí donde los intentos de mediación oficiales parecen no surtir efecto. Especialmente en esta querida región del Cáucaso que yo tanto quería visitar y a la cual he venido como peregrino de paz, que las religiones sea vehículos activos para superar las tragedias del pasado y las tensiones de hoy”.

En su saludo, el jeque había puesto mucho énfasis en señalar que “las diversidades étnicas y religiosas constituyen la riqueza nacional de Azerbaiyán. Nuestro pueblo y nuestro Estado salvaguardan este patrimonio para las futuras generaciones”. En una alusión al conflicto de Nagorno Karabaj, aseguró “que el pueblo, el Estado y el jeque de Azerbaiyán desean una resolución justa y pacífica de este conflicto sobre las bases del derecho internacional. Muchas veces me he encontrado con los líderes de Armenia y juntos hemos declarado que ese conflicto no es un enfrentamiento ideológico”.

Antonio Pelayo

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