Carmen Jalón: “Todos estamos hermanados en la fragilidad”

  • La psicóloga publica un libro sobre la necesidad de despertar la ternura en nuestros corazones
  • “La vida, y Dios a través de ella, nos cuentan cosas a cada instante”, asegura su autora

La psicóloga Carmen Jalón

Coincidiendo con estas fechas navideñas en las que afloran los buenos sentimientos, cuando el Niño Dios fue el primero en dejarse “arropar por lo sencillo y lo pequeño”, la psicóloga Carmen Jalón Oliveras nos invita a ver en la fragilidad “una oportunidad para despertar nuestra ternura”. Y así lo pone de manifiesto en su último libro, ‘Ternura’ (San Pablo), donde la fundadora de la Asociación Horeb y máster en ‘Mindfulness’ por la Universidad de Zaragoza nos enseña también a cultivar la interioridad nutriéndola de “vida en abundancia”.

PREGUNTA.- ¿Cómo se despierta la ternura en estos tiempos tan “duros”?

RESPUESTA.- Cuando contemplamos a un niño pequeño, percibimos su vulnerabilidad y emerge espontáneamente nuestra ternura. Podemos aprender a ver la fragilidad de una persona de un modo distinto, como una oportunidad para despertar nuestra ternura. Entonces, nuestra acogida será distinta; y él o ella lo notarán, porque la ternura brota del corazón.

P.- ¿Qué papel juegan los sentidos en el cultivo de unas relaciones más tiernas?

R.- Ternura no es sentimentalismo, tiene que ver con desenfocarse de uno mismo e interesarse genuinamente por el otro y dejarse tocar por su historia. Si motivado por una sana intención, te centras en él con tu mirada, con tu escucha, con la suave caricia, se produce en ti un cambio cerebral cuyo resultado es el silenciamiento mental del que brota el reconocimiento de su dignidad y se produce la sintonía de corazón a corazón.

Nos falta compasión

P.- ¿Nos sobra pasión y nos falta compasión en todo lo que hacemos?

R.- Actuar con pasión puede ser beneficioso o no, pero si falta compasión, es decir, si no somos sensibles al sufrimiento de otros, no estamos motivados a aliviar ese sufrimiento, ni ponemos ningún remedio, nos volvemos indiferentes. El Papa habla con frecuencia de la “cultura de la indiferencia” en la que estamos instalados; así que sí, falta compasión.

P.- ¿Por qué es tan importante el ‘aquí y ahora’ en el desarrollo de una auténtica interioridad?

R.- El silencio epidérmico es el que hace alguien cuando te está escuchando mientras le hablas e incluso te está mirando, pero está pensando en sus cosas. No está en el “aquí y ahora” y se está perdiendo lo que tú le estás contando. La vida, y Dios a través de ella, nos cuentan cosas a cada instante: unas veces, quizás no sean cosas importantes, pero otras te comunican “vida en abundancia”, que es la que nutre realmente la interioridad. Pero debe ir unida a la consciencia y al discernimiento de qué quiero luego poner en juego.

Vivido así, el “aquí y el ahora” nos permite desarrollar una auténtica interioridad porque estamos cultivando “una actitud del corazón, que vive todo con serena atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido” (‘Laudato si’, n. 226).

Contemplativos, cálidos y generosos

P.- ¿Ser más contemplativos nos ayudaría a ser más cálidos y generosos con los demás?

R.- Por supuesto, en la contemplación estoy cultivando lo más auténtico de mí, que es el amor, que se expresa por la calidez y la generosidad.

P.- Acunar, arropar… son verbos muy navideños y que aparecen con frecuencia en su libro. ¿Algún mensaje para estas fiestas?

R.- Si tuviéramos al Niño Jesús delante de nosotros, seguro que con toda nuestra calidez lo arroparíamos o lo acunaríamos. En vez de criticar, juzgar o culpabilizar, podemos arropar la pequeñez de los demás, también la propia. Son fechas especiales para los encuentros, y acogernos en la fragilidad humana esponja los corazones. En ella todos estamos hermanados, también lo estamos con el Niño Dios, que fue el primero en dejarse arropar por lo sencillo y lo pequeño.

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