Raquel Lara, secretaria de la JOC
Secretaria de la JOC

Pasar por el corazón


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Estos días hemos recordado, es decir, hemos “pasado por el corazón” todo lo que Jesús, el obrero de Nazaret vivió. Su vida, sus opciones, su estilo de vida, los valores que transmitía, sus luchas, de quiénes se rodeaba, en quién tenía puesto su corazón… fue lo que determinó su muerte. “Se hizo uno de los nuestros” y compartió nuestra existencia para hacer posible la fraternidad universal y, poniéndose al lado de los empobrecidos, descartados y excluidos, inauguró una nueva forma de ser persona y de relacionarse con los demás y con Dios.

Jesús nos posibilitó conocer y reconocer un Dios diferente, un Dios que es un Padre con entrañas de Madre, misericordioso, lleno de ternura, que se “encarna” y se hace presente en la vida concreta; que quiere la alegría y el gozo para todos sus hijos e hijas y que asume el dolor y el sufrimiento que padecemos día a día. En Jesús, Dios se nos revela compartiendo nuestros anhelos, solidarizándose con nuestras luchas, despertando en nosotros el deseo de la liberación, ayudándonos a enfrentarnos con esperanza a la complejidad de la vida.

Jesús, amándonos hasta el extremo, con su entrega hasta la muerte, nos ha mostrado el camino de la vida. Su vida nos enseña que hay que dejar morir algo para nacer a la vida de los hijos de Dios, la vida nueva de los que se dejan tocar por su Espíritu.

El proyecto de Jesús revoluciona los corazones de las personas, les descubre sus dignidad, su vocación y las transforma en colaboradoras de la misión que Dios Padre/Madre le había encomendado: “reunir a los hijos/as de Dios dispersos en una gran familia”… “Que sea aquí y ahora tu Reino”, con esperanza, alegría y confianza para que nadie se vea privado de esta buena nueva.

Con Jesús descubrimos una nueva forma de entender y vivir la fe, en Él se revela un Dios cuya máxima preocupación es la vida plena de las personas y por eso, los que hemos creído en Él lo descubrimos haciendo camino con nosotros en la lucha por la justicia, la defensa de los derechos humanos, la búsqueda del bien común, la defensa de los más débiles; “esta es la religión pura y sin tacha a los ojos de Dios”.

jovenes en una tienda de campaña o algo

Una Cruz signo de esperanza

Cargar con la cruz al estilo de Jesús implica ser sensibles a la vida de los que nos rodean y acompañar las realidades hirientes y sufrientes de tantos hermanos nuestros que prolongan la cruz de Jesucristo. Por ello, caminar junto a los que sufren, supone, entre otras cosas, mancharse las manos de barro y ponerse los zapatos del otro que camina a nuestro lado y no puede ser un extraño sino un hermano.

Para la JOC mirar y sentir la cruz de Jesucristo es mirar al joven del mundo obrero que no cuenta, que es ignorado por este sistema. Mirarlo significa reconocerlo como hermano o hermana, compartiendo el momento vital por el que está pasando y solidarios con él ayudarle a “bajar” de su cruz para recuperar su protagonismo y su puesto en la sociedad y con él denunciar las causas que generan su sufrimiento, su parálisis.

Compartir la cruz de los crucificados de hoy nos llevará a tomar partido, a denunciar este modelo/sistema que, como nos dice el papa Francisco, “mata”; ayudando a poner en el centro a tantos “descartados” del sistema que no cuentan y “visibilizarlos” ante esta sociedad/sistema que les da la espalda.

La Cruz no es cosa del pasado, es tan actual que en ocasiones nos sentimos desbordados. En ella el Padre-Madre Dios nos interpela, nos provoca y nos convoca a ser cuerpo de Cristo que hoy sigue siendo fuente de vida para todo aquel que une su cruz a los crucificados. Cruz que sigue siendo un escándalo, pero que llena de sentido toda la existencia.

¿Quiénes son los crucificados de hoy, cuáles son sus rostros?

  • Migrantes y refugiados cuyas vidas quedan rotas tras historias y vivencias llenas de sufrimiento.

  • Jóvenes que son fracaso escolar por un sistema educativo y social que no se adaptan a sus necesidades.

  • Jóvenes explotados, sufriendo la precariedad laboral, sin perspectivas de futuro, sin proyectos vitales, sin ilusión y sin esperanza.

  • Explotación humana por el primer mundo, dejando una huella ecológica que oprime a países empobrecidos.

  • Mujeres que conviven con la violencia machista y estructural de este sistema patriarcal.

Mujeres que confiaron y siguen confiando

Jesús elige a las mujeres para ser las primeras en anunciar que ha resucitado, “apóstoles-testigas”. Mujeres valientes, que confían, que permanecen fieles hasta el final y que no tienen miedo a salir corriendo y anunciar que Jesús está vivo. ¿Qué valor tenemos hoy las mujeres en la Iglesia y en esta sociedad?

Tomando prestadas palabras de un buen amigo: Ojalá que no solo hoy, sino todos los días seamos capaces de descubrir y valorar todos los dones y capacidades que tenéis. Cuantas veces Dios ha hablado y sigue hablando por medio de la mujer y aún seguimos sordos”.

¿Y para qué tanto dolor? Son dolores de parto. Dolores que dejan a su paso vida, y “vida en abundancia”, ayudándonos a reconocernos hijas e hijos de Dios. En estas Pascuas deseamos de todo corazón que el Espíritu del resucitado nos anime y nos arrastre a su paso

Que nos haga pasar; de la resignación a la acción, de la indiferencia a la solidaridad, de la queja a la búsqueda de soluciones, de la desconfianza a la fe, de la soledad al abrazo sincero, de la autosuficiencia a compartir el fracaso y los éxitos, del miedo al coraje de volver a apostar por el amor y ser audaces en la lucha por la justicia y los derechos humanos y de ser capaces de hacer las paces con nuestro pasado para que no arruine nuestro presente.

Estamos llamados a experimentar que participamos de la luz del Resucitado para poder iluminar el trocito de mundo en el que el Padre Madre Dios nos ha puesto para ser signo de su Reino. Que nos ayude a recoger sin vergüenza los trozos de sueños rotos, para volver a empezar un camino en común de vida y esperanza para todos y todas.

Dios Madre y Padre, sigue haciéndose presente en nuestra vida. Ahora solo nos queda preguntarnos ¿seremos capaces de seguirlo, apostar por Él y su Reino de justicia y amor hasta el extremo? ¿Estamos preparados y dispuestos para ser luz y esperanza en medio de la oscuridad?

¡Feliz Pascua de Resurrección!