David Jasso
Secretario Técnico del Proyecto Global de Pastoral en la Conferencia del Episcopado Mexicano

Pantallas: de muros a puentes


Compartir

Todo tiene sus pros y sus contras. Un estudio reciente asegura que el uso excesivo de las pantallas está generando dolores de cabeza y cuello, molestias músculo-esqueléticas en manos y muñecas, alteraciones oculares e insomnio, entre otros factores negativos.



En otro estudio, entre los adolescentes, el 79 % dijo que usa las redes sociales y los videos en línea al menos una vez a la semana, y el 32 % dijo que “no querría vivir sin” YouTube. Casi dos tercios (65 %) de los preadolescentes dijeron que ven televisión, el 64 % ven videos en línea y el 43 % juegan juegos en un teléfono inteligente o tableta todos los días. Las tasas promedio diarias de tiempo de pantalla se dispararon más entre los niños que ya pasaban más de 7.5 horas diarias frente a un dispositivo antes de la pandemia.

Por algo el papa Francisco escribió en su cuenta de twitter el 31 de mayo de 2020: “De las grandes pruebas de la humanidad, y entre ellas de la #pandemia, se sale o mejores o peores. No se sale iguales. Y es por eso que hoy, nos abrimos al Espíritu Santo, para que sea Él quien nos cambie el corazón y nos ayude a salir mejores”.

Ahora bien no todo es malo, estar frente a una pantalla en medios digitales puede, según los expertos: ofrecer a los usuarios nuevas ideas e información, sensibilizarles sobre temas y eventos actuales, promover su participación comunitaria y ayudar, por ejemplo a los estudiantes, a trabajar con otros en tareas y proyectos.

También su uso permite que las familias y los amigos se mantengan en contacto, sin importar dónde vivan, facilita el acceso a valiosas redes de apoyo, especialmente para personas con enfermedades o discapacidades y ayuda a promover el bienestar y los comportamientos saludables, como hacer ejercicio o comer sano.

Foto: Cathopic

Mientras me estiro, luego de estar sentado por horas, descubro también que me duelen los dedos por sostener el teléfono y que familiares y amigos cercanos padecen estas situaciones. También soy testigo de lo mucho que me he beneficiado. Estoy aprendiendo un nuevo idioma por zoom y una app me permite practicarlo. Veo videos en ese idioma y el traductor es fenomenal.

“La red digital puede ser un lugar rico en humanidad: no una red de cables, sino de personas humanas” dijo el papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2014, donde agregó que internet es un “don de Dios”.

Por el servicio que realizo en la Iglesia en México he visto las grandes ventajas que nos ha traído el mundo digital y las reuniones a distancia. Ya las teníamos, pero ahora hasta las procuramos y promovemos. Los Consejos de Obispos de los que he formado parte han combinado las reuniones presenciales con las virtuales, ahorrando recursos y siendo más eficientes. He estado con miles de personas gracias a las redes y hemos llevado a cabo encuentros nacionales llegando a muchas personas. Una gran parte de las diócesis de varios países pudieron hacer encuentros sinodales de forma mixta o híbrida para llegar a un mayor número de personas.

En America Latina y El Caribe, donde también realizo mi servicio sacerdotal, la Iglesia no se ha detenido, vivimos un proceso de Renovación y Reestructuración en el CELAM, además una Asamblea Eclesial sin precedente, con grandes aportes de personas de 22 países del Continente.

Recientemente don Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey, en un Encuentro con influencers católicos dijo: “Están llamados a ser el Buen Samaritano, así deben recorrer las calles digitales“.

Por eso también, estoy convencido que las pantallas han sido más “puentes” que “muros”, más “calles y carreteras”, más “caminos” que aduanas que cruzar. Reconozco que a veces quisiera un “detox digital” y no saber por un rato de mi teléfono celular o de la computadora… pero, son herramientas, son medios a través de los cuales, me esfuerzo por ser como el Buen Samaritano.