Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Neoeremitas culturales


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Los errores cometidos en la política sanitaria –donde no dudamos que todos estemos buscando lo mejor– proceden del apresuramiento de nuestros responsables públicos y de que no dediquen tiempo a escuchar, leer y estudiar. En realidad, es un mal que afecta a todos y lleva acelerándose desde el siglo XIX. Todo necesita ser leído con mayor atención, pero vivimos distraídos. Ya Julio Verne predecía que en la sociedad del futuro, aunque todo el mundo sabía leer, ya nadie leía… y los autores clásicos se pudrían en los estantes. El Patrimonio de la Humanidad está perdiendo su más importante medio de transmisión: la lectura.



Ya podemos dar la vuelta al mundo en tan solo cinco horas, lavar la ropa más rápido y mensajear con mayor prontitud, pero siempre se tardará lo mismo en escuchar la Granada de Albéniz, contemplar la caza del unicornio en el MET o leer el Pinocho de Collodi. Accedemos más rápido a ellos, pero siempre se emplea el mismo tiempo en vivirlos porque su velocidad es la de la vida misma. No se puede ni debe leer más rápido. Puede que en 1872 Julio Verne tardara 80 días en dar la vuelta al mundo, pero su novela se leyó a la misma velocidad que cuando se tardaban dos años en circunvalar el planeta.

Cuidadores del espíritu

Leer es lento, necesita tiempo y el problema es que nos cuesta cada vez más encontrar el ánimo y ambiente hacerlo. Estamos absorbidos por el productivismo, la hiperactividad y la vida cortesana en redes, ferias o despachos.

Surgirá un nuevo tipo de jóvenes neoeremitas que opte por vivir más modestamente y recogidos para poder leer, conversar y contemplar mientras el mundo da volantazos. Pilotarán arcas en donde esté la sabiduría más honda de la humanidad. Habrá que propiciar y dar lugares a esta nueva generación de cuidadores del espíritu, el arte, el pensamiento, la conversación y el gusto por vivir.