Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Necesidades personales


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Existe un tercer grupo de necesidades que sentimos como tales las personas y que no dependen de la supervivencia, ni de las decisiones de la sociedad, sino de nuestras decisiones vitales y de cómo nos posicionamos ante nuestros afectos. Se trata de necesidades que son, por lo tanto, diferentes para cada persona y que parten de nosotros, que no nos vienen dadas por nuestra necesidad de sobrevivir o por la organización social, sino por nuestra manera de vivir y de considerar lo que nos gusta o deseamos. Por este motivo se trata de necesidades totalmente subjetivas, somos cada persona quien las determinamos.



Las causas

Antes de entrar en la tercera característica de estas necesidades (si son o no limitadas) hay que explicar cuáles son las causas que las generan. Las necesidades personales pueden provenir de nuestras decisiones vitales.

  • Nuestra profesión, el número de hijos que hemos decidido tener (o no tener), nuestro lugar de residencia (en el centro de la ciudad o en las afueras)… Son decisiones que nos llevan a tener unas necesidades u otras, a que precisemos de un automóvil o a que no nos haga falta, a que necesitemos chaqueta y corbata para nuestro trabajo o a que no las precisemos, a que necesitemos comprar pañales o no, etc.
  • La segunda fuente de necesidades que deriva de nuestras decisiones tiene que ver con nuestras propiedades, con el patrimonio que poseemos. Porque tener casa o varias casas, automóvil o varios automóviles, animales o no… Nos supone una serie de obligaciones: seguros, energía, pago de impuestos, comida para los animales, reparaciones, mantenimiento, etc. Cuantas más cosas tenemos en propiedad, mayores son las necesidades que tenemos para que no se deterioren y para poder utilizarlas.
  • La tercera causa propia de necesidades son las adicciones. Cuando tenemos una adicción, necesitamos cubrirla: el tabaco, el alcohol, el juego, las drogas… se convierten en necesidades porque no podemos escapar de ellos.

  • Por último, hay una fuente de necesidades que deriva de cómo nos posicionamos ante nuestros afectos. Me refiero a cuando cosas que nos gustan o que nos apetecen comenzamos a sentirlas como necesidades. En este caso se trata de gustos o apetencias que transformamos nosotros mismos en necesidades. Por ejemplo, que me guste ir al fútbol y eso lo viva como una necesidad y no como un gusto, que vea que necesito ir al gimnasio todos los días, o viajar cada dos semanas, o comer helados o tantas otras cosas que podemos convertir en necesidades nosotros mismos.

Esta clase de necesidades, las personales, pueden ser limitadas, pero también pueden ser ilimitadas, porque podemos ir tomando decisiones que nos vayan generando nuevas necesidades (especialmente incrementar nuestro patrimonio o nuestras adicciones) o porque podemos convertir deseos y apetencias en necesidades y esto puede no tener límite.