Historia de una carta aún sin abrir


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El 18 de junio de 2015, el papa Francisco envió una carta a toda la humanidad. También a ti, que lees estas líneas. Y esto no deja de ser una novedad, porque se supone que las cartas encíclicas, como las que escribieran ‘in illo tempore’ Pedro de Betsaida o Pablo de Tarso, iban dirigidas a los líderes de las primitivas comunidades cristianas. Pero ‘Laudato si’ tenía un destinatario expreso que era mucho más amplio: va dirigida a toda la humanidad, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que habitan este planeta (LS 3).



Hoy sabemos que el correo electrónico y el WhatsApp acuchillaron por la espalda aquel arte epistolar antiguo que era escribir cartas con caligrafía esmerada, embarcarlas en las aguas inciertas del correo postal y esperar luego la respuesta con la paciencia contenida y la esperanza puesta en los pasos del cartero.

En siglos pasados, cuando el tic-tac de los tiempos parecía ir al ritmo de mula de arriero, cuando las distancias eran más largas y cada jornada era un viaje de posibilidades extensas, las largas cartas familiares fueron una costumbre y se esperaban siempre en los hogares como un acontecimiento de fiesta. Se leían y releían, individualmente o en grupo, en la cadencia malva de las tardes interminables y se guardaban finalmente en ese mismo cajón en que se maceraban otros tesoros de la nostalgia.

¿Pero quién se anima a leer en estos tiempos de prisa y de superficialidad una carta de 184 páginas? No es fácil, incluso sabiendo que este llamado ético del papa Francisco a la humanidad ha sido hasta ahora la mejor contribución de la Iglesia católica a las cumbres internacionales sobre el clima.

Esfuerzo adicional

Parecía que se necesitara todavía un esfuerzo adicional para salvar un formato poco atractivo para estos tiempos, donde los lectores podían naufragar en el archipiélago intrincado de sus notas marginales a pie de página. Las nuevas generaciones, familiarizadas con la brevedad escueta y la atención fugaz a la que nos acostumbran WhatsApp, Twitter o TikTok, necesitarían otro tipo de acercamiento que, conservando la enjundia del mensaje, facilite su digestión y alivie la impaciencia.

Con esa idea, se han hecho numerosos resúmenes y adaptaciones de la carta encíclica ‘Laudato si’ e incluso ‘Radio Vaticana’ hizo en su día una versión radiofónica que, con formato de ‘podcast’, recogía las certeras reflexiones a vuelapluma (o a vuelavoz) del sacerdote mexicano Paulo César Barajas.

El documental ‘La Carta’

La iniciativa más reciente hasta hoy es el vídeo ‘La Carta’, que debemos a la doctora Lorna Gold y al grupo independiente de producción cinematográfica Off the Fence (OTF). El documental presenta a tres de los destinatarios más relevantes de la encíclica, quizá por haber demostrado un oído más sensible y un corazón más predispuesto al llamado del papa Francisco.

Hablamos de la sensibilidad de los jóvenes, del compromiso de los líderes indígenas y de la implicación entusiasta de los investigadores del cambio climático. Francisco los reúne en un coro de voces para que puedan exponer el problema desde sus propias perspectivas y nos convoca luego a todos para actuar urgente y sincrónicamente ante un problema global que involucra por igual a ricos y pobres, niños y adultos, a la izquierda y a la derecha, a las gentes de ciencia y a las gentes de fe.

Con todas estas facilidades de confort, ¿vamos a dejar esa carta sin abrir?

Múltiples posibilidades

Si te animas, desde aquí puedes leer un breve resumen de la encíclica.

Desde aquí puedes escuchar el podcast de 23 minutos que difunde ‘Radio Vaticano’.

Desde aquí puedes ver en YouTube el documental La Carta, en español, de la productora Off the Fence.

Aquí encontrarás una colección de documentos de Vida Nueva sobre Laudato si’

O, si lo prefieres, desde aquí puedes acceder al texto completo de la encíclica.