Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Ha desaparecido la preocupación por Siria en la comunidad internacional?


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El encuentro

El pasado jueves, 15 de octubre, el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, organizó en el Vaticano una reunión con embajadores de todo el mundo ante la Santa Sede para transmitir de primera mano la situación que se está viviendo en este país de Oriente Próximo que vive una guerra civil desde 2011. El objetivo de dicho encuentro lo marcó el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, al desear que el mundo no se acostumbre a la “letanía de horrores que cada día nos llega de esa nación martirizada”.



Zenari denunció que Siria ya ha desaparecido del “radar mediático” a pesar de la catástrofe humanitaria persiste.Ahora, señala, la mayor preocupación es ahora la “bomba de la pobreza”, que afecta al 80% de la población ya que se estima que 11 millones de sirios necesitan asistencia humanitaria.

Y, en medio de todo esto, llega la pandemia por el coronavirus. “El tiempo se acaba”, advierte Zenari, porque Siria es una “extensión de aldeas fantasmagóricas”, sembrada de ruinas y “muchos sirios han perdido la esperanza”. Y es que a la situación sanitaria se suma la existencia “de los niños y los ancianos, muertos también por el frío invierno, de la huida de los jóvenes mejor preparados, además de los que perecieron en la guerra, de la repatriación de los refugiados y del problema de las numerosas personas desaparecidas y detenidas” –según señala la Oficina de Prensa del Vaticano–.

El llamamiento del cardenal Zenari a la esperanza es claro. Para ello cita las numerosas intervenciones del papa Francisco sobre Siria y de la reciente encíclica ‘Fratelli Tutti’ donde Bergoglio invita a todos: “Necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie”.

El país

La República Árabe Siria es un país que nació tras la I Guerra Mundial como un Mandato francés tras el reparto de las últimas tierras del antiguo Imperio Otomano. Independiente desde 1945, los franceses se retiraron definitivamente un año después aunque la nueva situación no fue precisamente pacífica ya que se repitieron los golpes de estado y las declaraciones de estado emergencia. A esto se ha sumado que al frente del país la presidencia siempre ha sido ejercida por algún miembro de la familia Asad, ahora –desde el año 2000– con Bashar al-Ásad, principal encarnación actual del llamado “socialismo árabe”.

Bajo esta presidencia se ha desencadenado la guerra civil que ha sumido al país pasto de grupos yihadistas, intereses occidentales o las expectativas de la primavera árabe. En este contexto, la Unión Europea, Estados Unidos, Turquía junto con algún país más han pedido la dimisión de este presidente cuyo dinastía se consolida como caso una “dictadura sectaria”. En este sentido a lo mejor no ayudan algunos de los apoyos públicos que tiene el presidente como son Irán, Rusia, China, Corea del Norte, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Cuba…

Actualmente 7 grupos diferentes, entre militares, facciones de lo que era el ejército, paramilitares y terroristas del daesh se dividen el país. Desde el pasado mes de febrero el gobierno controla más de la mitad de los territorios. Las milicias del FDS (Fuerzas Democráticas Sirias) controlan una cuarta parte, mientras que otros rebeldes de diversa procedencia contralan el resto. Y es que en esta guerra los bandos y facciones no dejan de multiplicarse.

Los creyentes

Por las tierras de Siria, a lo largo de la historia, han pasado egipcios, cananeos, hititas, asirios, persas, griegos, seléucidas, romanos, árabes, mongoles, otomanos y franceses. Hoy el país tiene 19 millones de habitantes, la mayoría árabes sunníes, aunque conviven con alauitas y chiitas; además de alguna minoría asiria, armenia, turca, kurda y miles de refugiados palestinos. Los cristianos son algo más del 15%, siendo la mayoría ortodoxos aunque con importante presencia de los católicos melquitas –fieles orientales que incorporan en su liturgia tanto la lengua griega como el árabe y cuya sede se encuentra precisamente en Damasco–. Ahora bien, la presencia cristiana en siria sufrió grandes persecuciones en el siglo XIX, mermando considerablemente su presencia.

Pero las huellas sirias en los orígenes del cristianismo no se han borrado ya que la tradición sitúa a san Pedro como originario de Bethasaida, un aldea de la provincia siria del Imperio Romano. Entro los primeros papas encontramos más sirios: san Aniceto, Juan V, san Sergio I –sus padres eran sirios–, Sisino, Constantino o Gregorio III… muchos con vinculación con la población de Antioquía de Siria.

¿Por qué no resuena con más fuerza la llamada a la paz que llena las páginas de los textos sagrados de las religiones que habitan esta tierra?