Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Está en pecado mortal un sacerdote que desea la muerte al Papa?


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La tertulia

La edición del 22 de febrero de la ‘Tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria’ del canal de YouTube de ‘La Sacristía de La Vendée’ sigue levantando ampollas. Y es que el comentario del sacerdote de la Archidiócesis de Toledo, Gabriel Calvo Zarraute, invitando a “rezar para que el Papa se vaya al Cielo cuanto antes” –a lo que siguieron las risas de los demás tertulianos y un “A ver si rezamos más fuerte”–, no ha dejado indiferente a muchos, especialmente desde la publicación por parte de Vida Nueva de tremenda secuencia.



Entre otras reacciones, el Arzobispado de Toledo, emitía un comunicado saliendo al paso de estas “intervenciones recientes y públicas de dos sacerdotes de esta Archidiócesis” mostrando “el profundo rechazo a cualquier manifestación de desafecto a la persona y al ministerio del Santo Padre”.

En ese sentido, confirmaba que “se ha comunicado a los sacerdotes la necesidad de pedir perdón por tales declaraciones que lesionan la comunión de la Iglesia y escandalizan al Pueblo de Dios”, algo que ya los sacerdotes habían hecho a su manera en un comunicado en redes sociales en medio de justificaciones como que “rezar para que el Papa se vaya al Cielo cuanto antes” en realidad “no expresa deseos de la muerte del Papa, como algunos medios maliciosamente han difundido”.

Desde esta sacristía tan digital como tradicional tiraban de escolástica, en el sentido más ambiguo del término, para reiterar: “No nos disculpamos, en cambio, ante los que fariseamente aprovechan nuestro desliz para atacar todo nuestro mensaje, aun cuando hayamos sido nosotros los que les hayamos brindado la ocasión de hacerlo. A ellos que Dios les perdone”.

Las reacciones han seguido tras una nueva edición de la tertulia del 29 de febrero. La secuencia de los hechos se puede leer en esta página con todo detalles.

Más allá de esta misericordia que muestran los sacerdotes –que incluso coquetean con hacer parte de su grito de guerra, con tono marital, el desearse mutuamente ir al Cielo cuanto antes–; la Archidiócesis ha querido destacar que “no se responsabiliza en absoluto de las declaraciones vertidas en ese canal de YoutTube, que no representa en modo alguno la línea de comunicación de esta Iglesia particular”.

“Reiteramos y ratificamos las llamadas a la comunión efectiva y afectiva con el Sucesor de Pedro que tanto el señor arzobispo como su obispo auxiliar han realizado en diversas ocasiones en los últimos meses”, precisan a la vez que agradecen “el trabajo y la dedicación que siempre ha distinguido al presbiterio diocesano para promover la comunión” con Roma. Desde los habitantes de la sacristía digital reiteran su sumisión y obediencia como si fuese un complemento añadido sin más a su sotana.

El catecismo

Más allá de estos sacristanes “contrarrevolucionarios”; antes de entrar a los pecados de ofensas contra el Santo Padre, podemos considerar que hay quien ha acusado a los pastores de falta de humildad o de soberbia indisimulada. En este sentido también es interesante la definición que el propio ‘Catecismo de la Iglesia Católica’ hace de la envidia en el número 2.539, que es uno de los pecados capitales.

Dice el Catecismo que la envidia “manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida. Cuando desea al prójimo un mal grave es un pecado mortal”, se lee directamente. ¿Deseaban los sacerdotes de esta tertulia “contrarrevolucionaria” un “mal grave” al Papa?

Tirando de sofismas podrían hasta justificar que sus oraciones iban más bien dirigidas a la entrada en el Paraíso del Pontífice Jorge Mario Bergoglio, como parecían afirmar a rajatabla en su último programa a la vez que acusaban a los demás sacerdotes que estamos fuera de la órbita tradicionalista de una tibieza evangelizadora sin parangón.

Desde luego, como sacerdote con una labor pastoral muy diversa en mi día a día y colaborador de este medio, no he encontrado en sus palabras más que reproches y una condena que parece situarme en una autopista al infierno más que al Cielo.

Los pecados

La puesta en marcha de la iniciativa de los misioneros de la misericordia supuso que muchos conocieran que en el Derecho Canónico hay alguno pecados que, por su gravedad, solo pueden ser perdonados por el Papa, suelen conocerse en este sentido como “reservados”.

Entre estos pecados graves están la profanación de la Eucaristía, la violación del secreto de confesión, la absolución de una persona con la que un sacerdote ha pecado contra el sexto mandamiento –ha habido algún caso sonado no hace mucho–, y, hasta el Jubileo de la Misericordia, el haber participado en un aborto. A esta lista hay que añadir el atentar contra el Papa de manera física y violenta.

Más allá de que ciertamente el atentado de los sacerdotes tertulianos no puede considerarse físico ni violento (en el sentido puramente físico), no parece que la Archidiócesis haya establecido la pena de excomunión que conllevan estos pecados reservados. Ahora bien, las palabras cuestionan su compromiso por la comunión eclesial a la que precisamente remite la propia palabra “excomunión”.

Con este trasfondo puede que sea aún necesario un examen de conciencia más profundo y un propósito de enmienda más comprometido por parte de los artífices de tan desafortunado comentario y sus consiguientes risotadas. En cualquier caso, todos, como pecadores necesitados de continua conversión, nos confiamos a la misericordia de Dios.