Alberto Royo Mejía, promotor de la Fe del Dicasterio para las Causas de los Santos
Promotor de la fe en el Dicasterio para las Causas de los Santos

Black Elk, una historia del oeste con final poco conocido


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Del lejano oeste americano en el siglo XIX, popularizado durante épocas pasadas a través de aquellas películas de cowboys y de indios en las que estos últimos siempre eran los malos y aquellos los buenos, nos llega curiosamente un testimonio de santidad muy particular que, a su vez, nos ayuda a mirar aquella realidad histórica con ojos diferentes. Se trata de un indio de la tribu de los Sioux fallecido con fama de santidad y cuyo proceso de canonización va adelante promovido por la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.



No es el primer caso de la historia de la Iglesia, conocido es el testimonio de santa Kateri Tekakwitha (1656-1680), hija de un jefe de la tribu Mohawk, nacida en el estado de Nueva York y fallecida en Montreal a la edad de 24 años. Pero el testimonio al que hoy nos vamos a acercar es mucho más reciente y en cierto sentido más complejo, por ser alguien que vivió una vida larga y llena aventuras.

Visiones espirituales

Nos referimos a Black Elk (Alce Negro) nacido alrededor de 1863 en lo que hoy es el estado de Wyoming. Su nombre nativo era Hehaka Sapa y creció en la tradición de los Oglala, una de las siete tribus de los Lakota, que son a su vez -junto con los Dakota y los Nakota- una de las tres ramas de la población conocida como Sioux. Desde joven, participó en las actividades y rituales de su tribu, aprendiendo las costumbres y tradiciones de su pueblo. A una edad temprana, Black Elk experimentó durante una enfermedad visiones espirituales significativas que, según él, lo llevaron a comprender su papel y destino en la vida. Lo que también produjeron fue una cierta fama de hombre espiritual y con dones de sanación, que siempre lo acompañó.

Black Elk estuvo involucrado desde muy joven en eventos cruciales de la historia de los nativos americanos en el siglo XIX. En 1876, a los 12 años, participó en la batalla de Little Bighorn, un enfrentamiento armado entre las fuerzas combinadas de las tribus Lakota, Cheyennes y Arapahoes, lideradas por figuras como Toro Sentado y Caballo Loco (que era primo de Black Elk) contra el Séptimo Regimiento de caballería del ejército de los Estados Unidos dirigido por el teniente coronel George Armstrong Custer.

Hombre de batalla

Varios factores contribuyeron a la batalla de Little Bighorn: En la década de 1870, hubo una creciente presión sobre las tierras indígenas en el oeste de Estados Unidos debido a la fiebre del oro en las Colinas Negras y a la construcción del ferrocarril transcontinental. Los colonos y buscadores de oro invadieron territorios tradicionales de las tribus nativas americanas. A pesar de los tratados previos que garantizaban ciertos territorios a las tribus Sioux y Cheyennes, el gobierno de Estados Unidos no cumplió con estos acuerdos y continuó avanzando hacia tierras indígenas. El gobierno buscaba imponer su autoridad y controlar a las tribus nativas, utilizando fuerzas militares para garantizar el cumplimiento de las políticas federales. Custer, famoso por su participación en la Guerra Civil estadounidense, fue enviado a la región con la Séptima Caballería para supervisar el traslado forzado de los sioux a reservas designadas.

El 25 y 26 de junio de 1876, las fuerzas de Custer fueron sorprendidas y abrumadas por la coalición de tribus nativas, resultando en una de las peores derrotas militares de las fuerzas estadounidenses en las guerras indias. La batalla no solo tuvo consecuencias inmediatas, sino que también influyó en las políticas del gobierno hacia los nativos americanos en los años subsiguientes. Se cuenta que Black Elk, en dicha ocasión, a pesar de su corta edad, participó activamente e incluso cortó incluso alguna cabellera de los perdedores fallecidos en la batalla.

Tribus nativas

Black Elk también estuvo presente en la masacre de Wounded Knee en 1890, un trágico evento que marcó el final de la resistencia sioux y el conflicto armado entre las tribus nativas americanas y el gobierno de Estados Unidos. Ocurrió el 29 de diciembre de 1890 en el campamento Lakota Sioux de Wounded Knee Creek, ubicado en la Reserva Pine Ridge en Dakota del Sur. Las tensiones en la región eran altas debido a la opresión, las políticas del gobierno estadounidense y la resistencia de los indios a perder sus tierras y formas de vida tradicionales.

El conflicto se intensificó, y en diciembre de 1890, el ejército llegó al campamento de Wounded Knee para desarmar a la tribu Sioux. La situación se volvió volátil, y un malentendido o un disparo accidental desencadenó un violento enfrentamiento. Durante el conflicto, se estima que al menos 150 a 300 Sioux, incluyendo mujeres y niños, perdieron la vida. Esta masacre fue otro reflejo de la injusticia de las políticas del gobierno hacia los nativos americanos durante el siglo XIX, incluyendo el incumplimiento de tratados y la supresión de las culturas indígenas.

Conocer a Jesús

La historia de Nicholas Black Elk hasta la masacre de Wounded Knee, es decir, los primeros veintisiete años de su vida, es conocida por millones de personas que han leído un volumen titulado “Black Elk speaks”, escrito por John Gneisenau Neihardt y publicado por primera vez en 1932, pero en el que curiosamente se evita toda alusión a la fe cristiana en su vida. Y sin embargo, el conocer el evangelio de Jesús le cambió la vida al este hombre, que empezó a conocer un modo diferente de pensar y de vivir.

Un episodio decisivo de su vida en su camino hacia el catolicismo fue su gira por Europa, con Buffalo Bill, el famoso cazador de bisontes que se había convertido en empresario del entretenimiento con su ‘Buffalo Bill Wild West Show’, una especie de circo con el que viajó por el mundo caricaturizándose un poco. Recorrió Italia con este show cuando menos dos veces: una en 1890 y otra en 1906.

Las visitas de Buffalo Bill a Europa son dignas de recordarse porque fue él quien llevó a Europa el mito del indómito Oeste, adaptando el formato del circo que recientemente Phineas Barnum habría inventado. Bill viajaba de una ciudad a otra en tren e instalaba, en espacios abiertos, su fantástico simulacro de la batalla de Little Bighorn y el combate cuerpo a cuerpo del propio Buffalo Bill contra el jefe Mano Amarilla. Miles de espectadores acudieron a ver el espectáculo, que visitó la ciudad de Barcelona en diciembre de 1889.

Cita papal

De la primera gira por Italia es especialmente memorable el día en el que Buffalo Bill instaló su campamento en los prados romanos, un 3 de marzo de 1890, bastante cerca del propio Vaticano, después de haber descartado el Coliseo, al considerarlo no “apto para su espectáculo”. En todo caso, es sabido que el famoso indio pidió reunirse con el Papa León XIII, pero su primera solicitud fue rechazada, porque la comitiva era demasiado numerosa, pero luego se permitió al propio Buffalo Bill y a algunos de sus acompañantes pasar para asistir al paso del Pontífice en la Sala Ducal.

Al día siguiente, en la nota del New York Herald, se leía que “uno de los sucesos más extraños jamás ocurridos entre las paredes austeras del Vaticano fue la entrada sensacional hecha esta mañana por Buffalo Bill, a la cabeza de sus vaqueros y los indios (…) entre los frescos inmortales de Miguel Ángel y Rafael, y en medio de la más antigua aristocracia romana, de repente apareció una banda de salvajes con las caras pintadas, cubiertas de plumas y armas, armados con hachas y cuchillos”.

Conversión definitiva

Años después, el 5 de abril de 1906, durante la segunda visita a Italia, el periódico La Stampa de Turín publicó en primera plana que “para aquellos que no lo sepan, buena parte de los indios que siguen la gira de Buffalo Bill son católicos”. Aunque Buffalo Bill nunca hizo un secreto de su adscripción a la masonería, entonces fuertemente condenada por la Iglesia, su mujer y sus hijos eran católicos y nunca puso dificultades en su práctica de la fe. Y él mismo el día antes de morir, 9 de enero de 1917, pidió al padre Christopher Walsh que le bautizase en la fe católica.

Por su parte, la conversión de Black Elk al catolicismo ocurrió en 1904. Su primera esposa, Katie, se había convertido al catolicismo y habían bautizado a sus tres hijos. Después de la muerte de Katie en 1903, al año siguiente el viudo, que entonces tenía unos 40 años, se encontraba trabajando en el Wild West Show de Buffalo Bill cuando, durante una gira en Europa, conoció al sacerdote Alexis Hoppe. Éste había sido asignado como capellán para los indios americanos católicos que formaban parte del espectáculo, y Black Elk entabló una relación con él. Impresionado por las enseñanzas de Hoppe y sintiendo una conexión espiritual, expresó su deseo de convertirse al catolicismo. El 6 de agosto de 1904, en la ciudad de París, fue bautizado como Nicolás Black Elk. La conversión al catolicismo marcó una nueva fase en su vida, agregó otra dimensión más profunda a su comprensión espiritual del mundo.

Su propia misión

La conversión de un buen número de los indios Lakota al cristianismo, como fue el caso de la mujer de Black Elk y posteriormente la suya propia, se debió a la labor pastoral de misioneros jesuitas que, procedentes de Alemania y Suiza, se habían instalado en la reserva en 1887 y habían fundado su propia misión, denominada Misión del Santo Rosario. Los padres jesuitas habían comprendido los aspectos comunes a las dos religiones y los habían valorizado en su obra de evangelización. Cuando un Lakota se convertía al catolicismo no tenía que negar los principios fundamentales de la religión que estaba a punto de abandonar. Los misioneros, además, aceptaron costumbres y tradiciones locales y preservaron aspectos de la cultura local que no estaban en conflicto abierto con el cristianismo. En cuanto a las danzas rituales, el precepto era el siguiente: se podía participar, pero manteniendo una conducta adecuada.

Black Elk

Pero los jesuitas habían predicado el evangelio volcados en la promoción humana y espiritual de otras muchas tribus desde hacía dos siglos. La sangre de los mártires (recuérdese a san Isaac Jogues y sus compañeros) y el trabajo sacrificado de los misioneros había dado frutos muy considerables, pues mientras el gobierno americano les limitaba los derechos y les arrinconaba quitándoles las tierras, ellos notaban como los religiosos se preocupaban por ellos sinceramente buscando su bien.

Toro Sentado

Precisamente de la labor de los hijos de san Ignacio entre otras tribus viene la noticia sobre que Toro Sentado pudo ser bautizado en la Iglesia. Como explica Whittaker en su biografía del General Custer, el famoso jefe sioux odiaba a los blancos norteamericanos y se negó a aprender el inglés, pero se llevaba muy bien con los franceses canadienses e incluso aprendió a hablar francés. Con mucha probabilidad fue convertido al cristianismo por el jesuita francés Pierre-Jean De Smet, el gran apóstol de los indios que conoció cuando tenía 17 años y frecuentó por dos decenios, así como otros muchos de la misma raza se hicieron católicos. El hecho que su bautismo fuera anunciado por el New York Times el 28 de septiembre de 1883 y algunas fotos en las que se ve a Toro Sentado con una cruz bastante grande colgada al cuello parecerían confirmar esta hipótesis.

Volviendo a Black Elk, después de su conversión, cuando regresó a los Estados Unidos continuó trabajando en diversas ocupaciones, incluido el ranchero y guía turístico en el Parque Nacional Wind Cave. Se volvió a casar y tuvo más hijos con su segunda esposa, que también fueron bautizados y criados como católicos. Él mismo se convirtió en catequista y durante casi 50 años desempeñó un papel importante en la difusión de la fe cristiana entre su pueblo, en la Reserva Pine Ridge y otras áreas circundantes. Fue responsable de la educación religiosa de aproximadamente 400 jóvenes Lakota que luego fueron bautizados.

El culto a la Virgen

Solía pronunciar la homilía en la misa cuando el sacerdote presente no podía expresarse en el idioma local, y se hizo conocido entre los indios católicos como un excelente predicador y organizador de retiros y reuniones religiosas. No temía la controversia, varios documentos describen animados intercambios de opiniones con misioneros protestantes, sobre todo para defender el culto católico a la Virgen, del que era muy devoto, y una larga lucha contra el nuevo movimiento religioso sincretista del Peyote, todavía presente entre los indios y que mezcla elementos cristianos con otros extraídos de tradiciones locales y con el uso ritual de alucinógenos. Se le recuerda como hombre de oración, le encantaba el rosario y era muy devoto del Sagrado Corazón.

En sus últimos años, sobre todo desde la muerte de su segunda esposa, Black Elk llevó una vida más retirada y se dedicó a prácticas espirituales. Se dice que continuó teniendo visiones y experiencias espirituales a lo largo de su vida. En los años 1948-1949, muy enfermo y tras un infarto, recibió tres veces la unción de enfermos. Hasta el final continuó exhortando a su familia: “No desperdiciéis ni un día descuidando la oración, Dios os cuidará y te recompensará por ello. Rezad también el Rosario, porque es una de las oraciones poderosas a la Madre de Nuestro Señor”.

Black Elk falleció el 17 de agosto de 1950 en la Reserva Pine Ridge, a la edad de aproximadamente 87 años, y fue enterrado en el cementerio de St. Agnes en White Horse Creek, Dakota del Sur. La idea de proponerlo para la beatificación surgió en Roma precisamente el día de la canonización de Kateri Tekakwitha, el 21 de octubre de 2012.