José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

El 30% de las diócesis españolas


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MIÉRCOLES 6. Frenar en seco. Tan necesario como sanador. El riesgo de continuar de carril. Como si la vida se constituyera en sí misma en una cadena de montaje. Bendito puente.

JUEVES 7. “Un cuadro encerrado en una habitación no existe. Solo se convierte en una obra de arte cuando es compartida”. La sal y la luz del mundo, en la parábola de la belleza.

VIERNES 8. Un buen amigo ha aparcado el WhatsApp de su vida. Le comprendo. Sobre todo, tras levantarme de la butaca. ‘Perfectos desconocidos’. Las redes sociales guionizadas sin llegar a extremos. Dobles vidas que se esconden detrás del teléfono móvil, que sustituyen a la realidad, que suplantan a la persona por un yo virtual.

DOMINGO 10. La memoria llega para recordar el revuelo cuando dejamos de tener deudas y deudores en el Padrenuestro para pedir perdón por nuestras ofensas. Ahora los franceses también desaprenden para aprender. “No nos induzcas a la tentación”, decían hasta hace unos días, con algún temor de fondo. Francisco aclara: “Soy yo el que cae, pero no es Él quien me empuja a la tentación para ver cómo he caído. Un padre no hace esto, un padre ayuda a levantarse rápido”. El problema es el imaginario de padre que puedan tener algunos…

LUNES 11. Los bienes de Sijena. En boca de todos. Me pregunto cuántos seríamos capaces de poner nombre al menos a un par de piezas, cuántos de quienes se manifestaban a las puertas del Museo de Lleida perdieron alguna hora de su tiempo en contemplar las obras y cuántos de quienes celebran el retorno como batalla política ganada peregrinarán a Huesca para honrar el legado de Sancha de Castilla.

MARTES 12. El 30% de las diócesis españolas no han participado en el cuestionario vaticano sobre el Sínodo que se dedicará a los jóvenes. Aducen falta de tiempo. Si no hay un hueco para responder a un requerimiento papal sobre un tema nada baladí, ¿qué otras prioridades hay que impidan hablar del futuro de la sociedad y de la Iglesia? ¿Tal vez mera desidia? ¿Resistencia silenciosa a la propuesta begogliana? No tengo respuesta, pero sí se acumulan las interrogantes.

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