El relato histórico, ¿un fenómeno meramente actual?

(Jesús Sánchez AdalidSacerdote y periodista) Es un hecho que a los seres humanos nos atrae el pasado. Y la literatura, desde sus orígenes, quiso narrar lo sucedido en épocas precedentes. Así, surgieron las grandes sagas de héroes y reyes, en las que el mito se mezclaba con la realidad. Cuando en el siglo XIX Heinrich Schliemann halló el lugar donde estaban enterradas las ruinas de Troya, supimos que en el célebre poemario de Homero no todo era ficción. Porque siempre se pensó en Troya como un lugar mítico, inexistente.

Como tantos escritores precedentes, Homero contó de manera bella lo que se había transmitido oralmente de generación en generación. Lo cual hoy es considerado sin reservas literatura.

También en la Biblia se narra el pasado de los pueblos. El Vaticano II definió sin reservas los géneros literarios de las Sagradas Escrituras, cuando ya se sabía que los orígenes de la Biblia se encuentran en las tradiciones orales, transmitidas de padres a hijos, a falta de escritura. Los Libros Históricos del Antiguo Testamento abarcan la vida del pueblo hebreo desde su entrada en la Tierra Prometida (1451 a.C.), hasta el período de los macabeos (150 a.C.). Y de la misma manera, el Nuevo Testamento se divide en tres categorías basadas en sus características literarias: histórico, epistolar y profético. El Cristianismo se basa en hechos históricos. Aproximadamente el 60% del NT trata directamente las raíces históricas y el desarrollo histórico de la Cristiandad. Lucas lo expresa con claridad en los Hechos: ”En mi primer escrito (Evangelio de Lucas), Teófilo, me referí a todas las cosas que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los Apóstoles que había escogido. A ellos también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante 40 días y hablándoles acerca del Reino de Dios”

Por tanto, es inadecuado y sorprendente que se repita constantemente que la moda del relato histórico es un fenómeno actual.

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