Al cierre del año: balances y prospecciones

Las empresas acostumbran cerrar balance al final de cada año y cortar cuentas para revisar activos y pasivos, tomar decisiones respecto a lo que se va a hacer y cómo hacerlo en el futuro, prospectar el año que va a comenzar.

Y con las fiestas de fin de año, también las personas acostumbran hacer una revisión del año que termina y formular propósitos para el año que comienza: lo que se hizo y lo que se dejó de hacer, las realizaciones y lo que quedó pendiente. Balance y prospección que incluye una evaluación de los logros alcanzados al mismo tiempo que de los nuevos proyectos.

Pareciera como si al quitar la última hoja del calendario la vida nos fuera a cambiar. Como si fuera hora de hacer cambios que tienen que ver con el cuidado propio y con fortalecer relaciones con las demás personas, con la naturaleza y con Dios o con la dimensión espiritual de vida.

¿Qué tal enmarcar este año en la misericordia? ¿Qué tal prospectar desde la misericordia las 365 hojas del nuevo calendario?

Desde la misericordia que hace abrir el corazón para sentir con las demás personas, con las próximas y las lejanas. Para sentir con la madre Tierra. Para sentir con el corazón de Dios la misericordia que se apropia del dolor ajeno: del dolor de la personas, del dolor de la Tierra, del dolor de Dios ante el sufrimiento humano.

Desde la misericordia que no es un simple sentimiento pasivo, sino dinamismo que nos acerca y nos hace entrar en sintonía, que moviliza en servicio y solidaridad, que compromete a poner la vida a disposición de quien nos necesite y a poner atención al decir de Dios en el diario vivir, como también a ocuparnos por el cuidado del entorno y de nosotros mismos.

Isabel Corpas de Posada

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