El Dios que “probablemente” exista

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

No cesa la diatriba. Cuando no es por una cruz que se retira es por un slogan colgado en los lomos de un autobús británico, catalán o madrileño. Lo dijo Unamuno: “Llegará un día en que nos asesinemos unos a otros en nombre de un crucifijo de piedra o por unas insignias de barro, con la quijada de un asno”. Lo mejor es sacar tajada del anuncio y hacer limonada de los agrios limones, usando el spot para presentar al Dios de Jesucristo. “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida” dice el slogan. Huele a naftalina del viejo aforismo nietzscheano en la Gaya Ciencia: “Provisto el loco con una linterna no cejaba de gritar: “¡Busco a Dios!”. Allí había muchos ateos y no dejaron de reírse. Los descreídos, mirándose con sorna entre sí, se decían: ¿Se ha perdido? ¿Se ha extraviado? (…) Os lo voy a decir lo que ha sido de Dios. Lo hemos matado. Vosotros y yo lo hemos matado. Hemos dejado esta tierra sin su sol, sin su orden, sin quién pueda conducirla”. Los ingleses que hicieron bajar al dios Beckham en las Olimpiadas de Pekín desde un rojo autobús de dos plantas, ahora usan el autobús para poner en duda la existencia del Dios de su historia. Nos asiste su mismo derecho para demostrar que Dios existe y que la vida con Él es una gozada. Es una de las muchas pruebas que responden al probabilismo impuesto en el anuncio por la autoridades británicas. “Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe”, dijo García Márquez. Dios sigue desconcertando al hombre por su inmenso amor. La vida se hace desconcertante sin Él. Hablar del Dios de Jesucristo es una excelente ocasión que nos brinda el paso raudo del autobús urbano.

Publicado en el nº 2.644 de Vida Nueva (del 17 al 23 de enero de 2009).

Compartir