Lecciones de esperanza

Mi nombre es Harvey Milk

(J. L. Celada) Algunos medios estadounidenses no han dudado en calificar esta producción como la primera abiertamente “obamista” en su ya veterana cinematografía. Y no porque Mi nombre es Harvey Milk se estrenara allí en noviembre de 2008, pocas semanas después de que el candidato demócrata obtuviera un histórico triunfo en las elecciones presidenciales, sino porque la biografía del activista gay al que alude el título marcó un punto de inflexión en la defensa de los derechos civiles que no pocos esperan resucitar con la llegada a la Casa Blanca del primer mandatario de color.

Otro pionero es el protagonista de los hechos que Gus Van Sant recrea en su nuevo trabajo detrás de la cámara, los últimos ocho años en la vida del primer homosexual reconocido que ocupó un cargo público en aquel país, el de concejal del ayuntamiento de San Francisco. Corría la década de los 70 del siglo pasado, y el barrio de Castro de la ciudad californiana iba a convertirse en el epicentro de un imparable movimiento reivindicativo y de denuncia en pos de la igualdad de oportunidades para todos. Y al frente del mismo figuraba un hombre cuya lucha le llevaría a la arena política, mientras por el camino hizo de él un icono, un referente, el héroe de millones de compatriotas.

En una época dominada por los prejuicios y la violencia contra un colectivo expuesto a las más disparatadas leyes laborales, Harvey Milk alzó la voz para impedir que se cometieran más injusticias, pero, sobre todo, se empeñó en transmitir un mensaje de esperanza a las jóvenes generaciones. No sólo en nombre de la causa homosexual, sino de la de tantas otras minorías (ancianos, sindicalistas…). Cada aparición suya en público hasta su trágico desenlace, cuando no había cumplido los 50, fue dejando tras de sí la huella imborrable de magistrales lecciones de audacia y compromiso.

Los testimonios de sus colaboradores aún vivos, las viejas imágenes de episodios ya inolvidables y el despliegue interpretativo de Sean Penn (alma de la cinta y pretexto suficiente para no perdérsela) hacen del mosaico humano y social compuesto por el director una invitación a adentrarse en el complejo pero apasionante universo de relaciones personales y políticas de entonces. Un terreno donde ‘el Martin Luther King de los gays’ supo moverse con arrojo y generosidad, siempre a caballo entre el placer y/o el dolor más íntimos y la conquista y/o el fracaso de las libertades más universales.

Por los abundantes detalles argumentales, pudiera parecer que se trata de un documental sobre este interesante personaje (sí lo fue el oscarizado The Times of Harvey Milk). Sin embargo, en Mi nombre es Harvey Milk, Gus Van Sant apuesta por la versión dramatizada de lo sucedido, con el resultado más que notable de un filme que conmueve, instruye e interpela, que es casi tanto como decir que está a la altura del individuo que lo inspira.

 

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Milk

DIRECCIÓN: Gus Van Sant

GUIÓN: Dustin Lance Black

FOTOGRAFÍA: Harris Savides

MÚSICA: Danny Elfman

PRODUCCIÓN: Dan Jinks y Bruce Cohen

INTÉRPRETES: Sean Penn, James Franco, Emile Hirsch, Josh Brolin, Diego Luna, Alison Pill, Victor Garber

En el nº 2.644 de Vida Nueva.

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