La renovación de la vida religiosa

(Juan Rubio-Director de Vida Nueva)

Un eminente religioso decía hace poco, hablando del origen de la vida religiosa, que no se sabe si antes fue el huevo o la gallina, refiriéndose a que, para su restauración, ha de mirarse el fundamento de la vida religiosa en general más que el de cada orden en particular . Si algo está en crisis es el concepto de la propia vida religiosa, decía, y no el de cada carisma que se cierra, se defiende y se salva por instinto de supervivencia. Ahí queda la reflexión. Opiniones aparte, lo que nadie pone en duda es que la vida religiosa nace en momentos oscuros para la vida cristiana en general. Desde los claustros y los cenobios surgieron esfuerzos renovadores y desde la oración contemplativa se acometieron grandes obras . A nadie escapa esta realidad, puesta de manifiesto ya desde los padres del desierto . Han brillado cuando en la Iglesia se oscurecían caminos. Primero ha sido la llamada a un mayor compromiso con los valores evangélicos; después llegaba la acción que asomaba en la historia con carismas concretos: hoy los presos y mañana los niños pobres y abandonados. Ayer las mujeres y hoy los agentes de la cultura. No sé si el huevo o la gallina, lo que sí está claro es que la Iglesia no dejará morir a los religiosos en favor de las nuevas realidades eclesiales y que en la vida religiosa la Iglesia tiene un excelente espejo. Los laicos, agrupados en torno a ellos, son una importante aportación a la comunión eclesial. Benedicto XVI les ha ofrecido todo su apoyo recibiendo en audiencia a los Superiores Generales que esperaban desde hacía 18 años ser recibidos por el Pontífice. Un gesto clarificador del Papa y un compromiso de fidelidad el de los responsables religiosos.

Publicado en el nº 2.606 de Vida Nueva (Del 29 de marzo al 4 de abril de 2008).

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